HISTORIA DE ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA


Desarrollo colonial

Los Estados Unidos surgen como entidad política a finales del siglo XVIII, pero la historia nacional se inicia con una breve reseña de los principales acontecimientos que dieron lugar al nacimiento de la Unión. Los viajes, a finales del siglo XV, de Cristóbal Colón y en menor medida de Giovanni Caboto, constituyeron el inicio del descubrimiento y de la colonización del continente americano. Tras los viajes de Colón y de los descubridores españoles, España conquistó vastos dominios en todo el continente americano. Caboto, navegante al servicio del monarca inglés Enrique VII, consiguió tocar brevemente Terranova en 1497.

Las tierras que estos navegantes conocieron estaban habitadas desde hacía más de 20.000 años antes de la llegada de Colón. En 1492, la población indígena sobrepasaba los 90 millones de personas, de los cuales unos 10 millones vivían al norte del México actual. El contacto con los europeos provocó un desastre demográfico para la población indígena. La gripe, el tifus, el sarampión y la viruela redujeron el número de habitantes de las regiones más pobladas de América Central y del Sur: hasta en un 95% durante los primeros 150 años. En algunas zonas de América del Norte donde, con la excepción de México, las culturas autóctonas eran seminómadas y la densidad de población más baja, el colapso demográfico fue menor, pero no por ello menos devastador. La colonización europea supuso la destrucción completa de las culturas autóctonas. Para mayor detalle sobre la historia de los pueblos indígenas de Estados Unidos, véase Indígenas americanos y los artículos individuales de estos pueblos.

Primeros asentamientos

La fundación de San Agustín (en la actual Florida) por los españoles, en 1565, marcó el inicio de la colonización europea dentro de las actuales fronteras estadounidenses. El primer asentamiento permanente creado por los ingleses fue Jamestown. Fundada en 1607, fue una instalación de la Compañía de Virginia de Londres, una sociedad anónima patrocinada por Jacobo I de Inglaterra con la finalidad de comerciar con aquellos territorios y de colonizarlos. La corona británica se hizo en 1624 con el control de la colonia, que pasó a ser una provincia real. Después de que las autoridades inglesas eliminaran los controles sobre la producción de tabaco, se produjo un gran desarrollo económico y demográfico en la región de la bahía de Chesapeake. La incesante demanda de mano de obra para el cultivo del tabaco originó un duro régimen de servidumbre.

En el último cuarto del siglo XVII, en que se hizo excesivamente caro importar mano de obra inglesa, los colonos ingleses en aquellas zonas comenzaron a importar esclavos africanos que se convirtieron en la mano de obra predominante en el Sur.

Presencia francesa y holandesa

En la década posterior a la fundación de Jamestown, Francia y los Países Bajos participaron en la tarea de ocupar territorios en el subcontinente americano. Los franceses fundaron Quebec en 1608, como primer paso en su estrategia. Los brillantes logros alcanzados por descubridores como Jacques Marquette, Louis Jolliet y René Robert Cavalier de La Salle hicieron que Francia obtuviera vastos territorios en el interior, incluido todo el valle alto del río Mississippi, durante los 75 años siguientes. La incapacidad para consolidar este enorme dominio motivó el deseo de Francia de establecer un comercio de pieles con los nativos, más que intentar desalojarlos de sus tierras, como hicieron los ingleses. Además, su política colonial no incentivó una inmigración a gran escala por lo que la población colonial francesa se mantuvo reducida durante los siglos XVII y XVIII.

Los holandeses basaron sus pretensiones sobre estos territorios en las exploraciones de Henry Hudson, marinero inglés al servicio de la Compañía de las Indias Orientales. Éste llegó a la actual bahía de Nueva York en 1609 y exploró el río que lleva su nombre. Durante los años siguientes, los holandeses enviaron diversos navíos mercantes hasta esa zona, a la que denominaron Nueva Holanda; fundaron puestos comerciales en la isla de Manhattan y en las proximidades de la actual Albany, entre los años 1613 y 1614. Dado el beneficioso comercio de pieles, los holandeses no intentaron colonizar de inmediato Nueva Holanda, lo que no implicó que comenzaran a establecerse colonos de forma permanente desde 1624. Al año siguiente se fundó Nueva Amsterdam (hoy Nueva York).

Las colonias de Nueva Inglaterra

La actividad colonizadora inglesa se reanudó en 1620, cuando los separatistas adquirieron el derecho para asentarse en Virginia. El Mayflower entró en la bahía de Massachusetts. Los peregrinos o Pilgrim Fathers (cuarenta y uno de los hombres del grupo), asumiendo que eran ajenos a cualquier clase de gobierno establecido, se reunieron a bordo del buque y firmaron el Pacto del Mayflower, que es la primera legislación escrita del país; más tarde fundaron la colonia de Plymouth.

La creación de Plymouth fue el punto de partida de la colonización de Nueva Inglaterra, que se llevó a cabo principalmente por puritanos. En este periodo el suceso más significativo fue la fundación y desarrollo entre 1629 y 1630 de la Compañía de la Bahía de Massachusetts.

Desarrollo político

La primera manifestación de la autoridad parlamentaria sobre las colonias fue la Ley de Navegación de 1651 que obligaba a que las importaciones y exportaciones de las colonias debían embarcarse en buques de bandera inglesa; leyes posteriores prohibieron las relaciones comerciales entre las colonias y terceros países. Aunque los comerciantes de las colonias solían hacer caso omiso de estas disposiciones cuando afectaban a sus intereses, esta legislación creó un ambiente comercial que por lo general beneficiaba a las colonias y a la metrópoli por igual.

En 1660 con el nuevo reinado de Carlos II de Inglaterra se ampliaron las leyes de navegación y New Hampshire y Massachusetts pasaron a ser provincias reales. En 1684 Jacobo II decretó la unificación de las colonias de Nueva York, Nueva Jersey y Nueva Inglaterra en una única provincia real, el dominio de Nueva Inglaterra. La resistencia de las colonias a este control por parte del rey adoptó diversas formas; así, en Massachusetts estalló una rebelión armada y en Boston el populacho se hizo con el control de la colonia.

Las guerras franco-británicas

La llegada al poder de Guillermo III de Orange (reinó entre 1688 y 1703) originó un vuelco total en la política diplomática inglesa. El gobierno inglés desafió al poderío militar francés, su principal rival en la construcción de un imperio colonial. La posterior guerra tuvo lugar en fases sucesivas durante casi un siglo y en distintas partes del mundo. En los territorios septentrionales de América del Norte, probablemente el escenario en donde se combatió con más encarnizamiento, las distintas etapas del conflicto fueron: la guerra del rey Guillermo (1689-1697), la guerra de la reina Ana, (1702-1713), la guerra del rey Jorge (1744-1748) y la Guerra Francesa e India (1754-1763). El régimen francés era muy centralista, disponía de un ejército bien preparado y contaba como aliados con buena parte de las tribus nativas del Este. Las colonias británicas, por el contrario, apenas cooperaban unas con otras, no mantenían alianzas fiables con los nativos y carecían de gran poder militar. No obstante, los británicos contaron desde el principio con una enorme superioridad en hombres y material, y un mayor apoyo de la metrópoli.

Las tres primeras guerras no ofrecieron resultados decisivos, aunque el Tratado de Utrecht (que puso fin a la guerra de Sucesión española) firmado en 1713 obligaba a Francia a entregar numerosos territorios. El decisivo enfrentamiento entre Inglaterra y Francia por el control de la cuenca del río Ohio condujo a la fase final del conflicto, la Guerra Francesa e India. Desde sus modestos orígenes en 1754, este conflicto se convirtió rápidamente en un enfrentamiento por el dominio del espacio en disputa; aunque la primera parte de la guerra supuso una serie de desastres para los británicos y sus colonias, desde 1757 Gran Bretaña y sus aliados asestaron fuertes golpes a Francia en la extensión europea del conflicto (véase Guerra de los Siete Años). En los territorios de América del Norte, el esfuerzo bélico en esta segunda fase de la guerra fue llevado a cabo por el ejército británico, apoyado por tropas auxiliares de las colonias. En 1759 las tropas británicas y coloniales conquistaron Quebec y al año siguiente se apoderaron de Montreal, lo que supuso la destrucción del poderío francés en el continente. El resto de la guerra, que tuvo como escenarios Europa, las Indias Occidentales, la India y África, fue una serie ininterrumpida de victorias británicas que obligaron a Francia a capitular el año 1763. Según los términos del Tratado de París, Francia perdió todas sus posesiones en los territorios de Norteamérica. Toda la región al este del Mississippi y todas las posesiones francesas en lo que hoy es Canadá pasaron a manos de Gran Bretaña. España, aliada de Francia durante la contienda, entregó parte de la Florida, pero se le confirmó el dominio de los territorios al oeste del Mississippi.

Nacimiento de la resistencia de las colonias

Como resultado de la guerra el déficit público británico se duplicó, por lo que se hicieron necesarios nuevos ingresos y algunos sectores políticos creyeron que las colonias eran las que debían contribuir a recaudar estos fondos. Se promulgaron nuevas leyes impositivas como la Stamp Act que provocaron amplia indignación y oposición entre los colonos. Se crearon sociedades secretas de patriotas que se llamaban a sí mismos hijos de la libertad y que en 1765 demandaron una serie de derechos. El Parlamento británico rechazó estas demandas pero derogó la Stamp Act. Sin embargo, en 1767 se reavivó la política de establecer impuestos directos a las colonias. El Parlamento aprobó una serie de medidas conocidas como las Townshend Acts, que gravaban una serie de artículos. Las colonias se opusieron a estos nuevos impuestos con boicoteos de productos británicos o, como en Boston, mediante un abierto desafío al gobierno británico. El 5 de marzo de 1770 tropas británicas abrieron fuego contra una multitud hostil, produciendo el primer derramamiento de sangre del conflicto.

En 1770 el gobierno británico retiró todos los impuestos establecidos excepto el del té. Sin embargo, en un intento por evitar la quiebra de la Compañía de las Indias Orientales, el Parlamento concedió a esta empresa el monopolio de la venta del té a las colonias. lo que provocó una nueva crisis al considerar las colonias que esta nueva Ley del Té las obligaba a someterse a los impuestos del Parlamento, lo que culminó con la destrucción de algunos cargamentos de té en Boston. Ver Fiesta del té de Boston.

La guerra de la Independencia estadounidense

La reacción del Parlamento a los sucesos de Boston fue rápida y severa; fue cerrado el puerto de Boston y se impusieron nuevas sanciones. La indignación que se suscitó entre las colonias condujo a la celebración en septiembre de 1774 del primer Congreso Continental. En este Congreso se envió una petición al soberano británico Jorge III para que reparara los agravios, se pidió la intensificación del boicot comercial a Gran Bretaña y se preparó un nuevo congreso en el caso de que los británicos rehusaran aceptar las demandas de las colonias.

El rey Jorge III rechazó la petición del Congreso y consideró el movimiento de protesta de las colonias como una rebelión. En menos de cuatro meses, el conflicto armado estalló en Massachusetts cuando el gobernador real, general Thomas Gage, envió tropas contra Concord, ciudad en la que los dirigentes de la resistencia habían acumulado armas y municiones. El 19 de abril tropas regulares británicas dispararon contra la formación de una milicia patriótica en Lexington, precipitando la primera batalla de la guerra de la Independencia estadounidense.

El segundo Congreso Continental, celebrado el 10 de mayo de 1775 en Filadelfia, proclamó la decisión de las colonias de resistir la agresión británica mediante la fuerza, determinó crear un ejército continental, proclamó a George Washington jefe supremo del mismo, autorizó la emisión de papel moneda y asumió otras prerrogativas propias de poder ejecutivo. El Congreso también apeló al gobierno británico para alcanzar una solución pacífica del conflicto, pero Jorge III respondió en agosto con una proclama que exhortaba a sus “leales súbditos” para “reprimir la rebelión y la sedición” en aquellos territorios. Mientras tanto, las tropas coloniales habían infligido importantes bajas a un gran ejército de tropas regulares británicas en Charlestown, Massachusetts. El segundo Congreso Continental declaró la independencia el 2 de julio de 1776 y dos días más tarde adoptó una declaración formal de principios, redactada por Thomas Jefferson, justificando esa acción.

El crecimiento de la nación

Entre 1776 y 1865 la confederación estadounidense pasó de 13 a 36 estados miembros. La joven nación tuvo que hacer frente a serios problemas sociales, económicos y políticos. Los dos más graves fueron cuál de las autoridades prevalecería, la del gobierno federal o la de cada uno de los estados, y hasta qué punto la esclavitud debería permitirse. La controversia sobre ambas cuestiones se hizo cada vez más agria y dividió al país en dos bandos opuestos: el Norte y el Sur.

Los Artículos de la Confederación

Con la firma del Tratado de París (1783), que puso fin a la guerra con Gran Bretaña, el país se enfrentó con nuevos problemas, el principal de los cuales era establecer una forma de gobierno que mantuviera a los trece estados en una unión sólida y efectiva. Poco después de la independencia se firmó un acuerdo entre los miembros del Congreso Continental, conocido como los Artículos de la Confederación que fueron aprobados por el Congreso en 1777 y ratificados sucesivamente por los diversos estados. Según los artículos, los estados miembros conservaban de forma explícita su autoridad soberana, el Congreso era un órgano en el que estaban representados los estados y no el pueblo, funcionaba como un gran poder ejecutivo plural, no como una asamblea legislativa.

La Constitución

Los más ardientes nacionalistas, como James Madison y Alexander Hamilton, creían que los Artículos de la Confederación deberían deshacerse pero el Congreso acordó en 1787 permitir una reunión de delegados de todos los estados para que propusieran enmiendas al sistema. Reunidos en Filadelfia desde mayo hasta septiembre, con George Washington en la presidencia, la asamblea redactó la Constitución de los Estados Unidos. En general, la Constitución echaba las bases para una unión nacional efectiva gracias en gran medida al trabajo de Madison, James Wilson, Roger Sherman y otros delegados nacionalistas, creando un sistema gubernamental articulado en tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial.

La Constitución entró en vigor en 1788 después de que nueve estados la hubieran ratificado; doce estados aprobaron el documento a finales de 1788. El 4 de marzo de 1789 el primer Congreso de los Estados Unidos se reunió en Nueva York, por aquel entonces capital de la nueva nación. George Washington, elegido por unanimidad primer presidente de Estados Unidos, inició su mandato el 30 de abril de ese año.

El primer conflicto entre los partidos y sus diferencias básicas

La política económica llevada a cabo por el secretario del Tesoro Alexander Hamilton provocó la oposición de quienes pensaban que favorecía a los banqueros y a los industriales en perjuicio de los agricultores. Los debates habidos en el Congreso entre 1790 y 1791 pusieron pronto de manifiesto las distintas concepciones políticas y económicas que existían sobre la nueva nación. Esta división quedó de manifiesto con la formación de los dos primeros partidos políticos más relevantes en la historia estadounidense: el Partido Federalista y el Republicano. Los federalistas propugnaban la existencia de un gobierno federal fuerte que defendiera los intereses nacionales. Los republicanos, cuyos líderes más destacados eran James Madison y Thomas Jefferson, sostenían por el contrario la limitación de los poderes federales y la protección de los derechos de cada uno de los estados. Ambos partidos también discrepaban respecto de la política exterior de Estados Unidos. Los republicanos mostraban simpatías por la ideología de la Revolución Francesa y favorecían a Francia por encima de Gran Bretaña. Los federalistas se inclinaban por una estricta neutralidad. George Washington, favorable al punto de vista federalista, proclamó la neutralidad estadounidense en la guerra entre Francia y Gran Bretaña.

La presidencia de Jefferson

En las elecciones presidenciales de 1800 Jefferson derrotó al candidato federalista John Adams. A pesar de los temores federalistas de reformas radicales, Jefferson dejó intactas muchas de las leyes e instituciones que sus correligionarios habían criticado. El hecho más importante de la primera presidencia de Jefferson fue la adquisición del territorio de Luisiana, vasta región entre el río Mississippi y las montañas Rocosas, y que desde el golfo de México llegaba hasta Canadá. Napoleón Bonaparte ofreció la venta de este territorio, temporalmente en posesión de Francia. Jefferson aceptó y, de este modo, Estados Unidos duplicó su extensión (véase Compraventa de Luisiana). Jefferson fue reelegido en 1804; este segundo mandato estuvo marcado por crecientes tensiones en las relaciones internacionales. Gran Bretaña y Francia habían adoptado medidas económicas restrictivas que afectaron al comercio, especialmente al estadounidense. Jefferson logró que el Congreso aprobara una serie de leyes a fin de reducir el comercio de Estados Unidos con Gran Bretaña y Francia.

La Guerra Anglo-estadounidense (1812-1814)

Éstas y otras medidas adoptadas por el sucesor de Jefferson, James Madison, también republicano, no lograron su objetivo y supusieron graves perdidas económicas a los comerciantes y navieros estadounidenses. Gran Bretaña provocó una especial animosidad, no sólo porque su política dañaba al comercio estadounidense sino porque también sus barcos detenían a los navíos mercantes estadounidenses bajo el pretexto de buscar desertores.

La Guerra Anglo-estadounidense no resolvió ninguna de las cuestiones por las que había estallado. El Tratado de Gante (1814), que puso fin al conflicto, restableció la situación previa al enfrentamiento armado. La guerra tuvo, no obstante, tres grandes consecuencias para Estados Unidos: creó un fuerte sentimiento de unidad y orgullo nacional, destruyó la influencia política del Partido Federalista y acabó con el dominio que los acontecimientos europeos tenían en la vida política estadounidense.

Época de afirmación nacional

El resultado de la Guerra Anglo-estadounidense mostró que, a pesar del enfrentamiento con la primera potencia mundial de la época, Estados Unidos consiguió sobrevivir, favoreciendo el desarrollo nacional. En la década posterior, los poderes del gobierno federal fueron ampliados gracias a diversas e importantes resoluciones del Tribunal Supremo que limitaban diversos poderes legislativos y ejecutivos de los estados. El territorio nacional se amplió al ceder España la actual Florida a Estados Unidos (1819) como consecuencia del Tratado de Onis-Adams, que resolvía una prolongada disputa entre ambos países. En política exterior, el fuerte espíritu nacional quedó patente con la formulación de la Doctrina Monroe (1823), que manifestaba la determinación de Estados Unidos de evitar nuevos procesos colonizadores europeos en todo el continente americano, lo que implicaba apoyar a las repúblicas sudamericanas en la lucha por su independencia de España.

La época de las rivalidades

Este periodo de fuerte unidad nacional (a veces conocido como ‘época de las buenas intenciones’) fue el preludio de otro periodo de enfrentamientos entre distintos sectores del país por cuestiones económicas, sociales y políticas que se prolongaría durante cuatro décadas y desembocaría en la Guerra Civil estadounidense.

Avance hacia el Oeste

La región al oeste de las montañas Allegheny había sido colonizada por poblaciones procedentes de las colonias o estados de la costa en dos oleadas migratorias sucesivas. La primera tuvo lugar después de que la región quedara en manos británicas tras su victoria sobre Francia en 1763, después de la Guerra Francesa e India, que más tarde sería arrebatada a Gran Bretaña durante la Guerra de la Independencia estadounidense. Este proceso migratorio continuó, permitiendo que se incorporaran a la Unión, entre 1815 y 1819, los estados de Indiana, Mississippi, Illinois y Alabama.

El algodón y el Sur

Los estados del Sur se dedicaban principalmente al cultivo del algodón en grandes plantaciones utilizando como mano de obra esclavos negros de origen africano. En contraste con la dura y difícil vida de los colonos del Oeste, los plantadores sureños mantenían una vida aristocrática. No obstante, el Oeste y el Sur, dedicados sobre todo a la agricultura, tenían intereses comunes, como más tarde se pondría de manifiesto. Con el paso del tiempo, el conflicto entre el Norte y el Sur sobre la cuestión de la esclavitud ensombreció cualquier otro aspecto. En esta cuestión, los diversos estados del Oeste tomaron partido por el Norte o por el Sur según estuvieran localizados geográficamente en zonas septentrionales o meridionales.

La industria y el Norte

La vida económica de los estados del Norte durante las dos primeras décadas del siglo XIX estuvo marcada por el descenso de la actividad agrícola. Además, la industria naviera y el comercio internacional se encontraban al borde de la ruina como consecuencia de la guerra económica declarada por los presidentes Jefferson y Madison contra Gran Bretaña y por la Guerra Anglo-estadounidense. Estimulado por las innovaciones técnicas y organizativas que trajo consigo la Revolución Industrial, el Norte se convirtió en un gran centro manufacturero. Los canales y vías de ferrocarril construidos entre el Este y el Oeste fueron de gran importancia para el desarrollo de grandes ciudades que absorbían los productos de los colonos de Oeste.

Las elecciones de 1824

El conflicto entre la aristocracia mercantil del Noreste, la aristocracia del Sur y los colonos del Oeste se puso de manifiesto en las elecciones presidenciales de 1824. Los tres principales candidatos, todos ellos republicanos, fueron John Quincy Adams, Andrew Jackson y Henry Clay.

Tras una agria campaña electoral, ninguno de ellos obtuvo la mayoría de los votos pero la Cámara de Representantes eligió presidente a Adams gracias al apoyo prestado por Clay. Sin embargo, los partidarios de Jackson (que había obtenido el mayor número de votos) alegaron que la designación de Adams era contraria al deseo de la población y el Partido Republicano se escindió en dos: el Partido Republicano Nacional y el Partido Demócrata-Republicano.

La cuestión proteccionista

La principal controversia durante la presidencia de Adams fue la adopción de fuertes aranceles. El Norte defendía su establecimiento mientras que el Sur se oponía a ello; sin una producción industrial propia que pudiera beneficiarse de una política proteccionista, los dirigentes sureños alegaron que esta medida beneficiaba a una parte del país a costa de la otra y que era anticonstitucional. Sin embargo, el Congreso, dominado por el Norte, aprobó este arancel en 1824. El Sur esperó que en las elecciones de 1828 triunfaría Jackson y establecería aranceles más bajos que los impuestos por Adams. Jackson ganó los comicios electorales pero mantuvo la política proteccionista; ante esta situación Carolina del Sur ordenó a sus ciudadanos no pagar estos aranceles y amenazó con la secesión de la Unión si el gobierno federal mantenía su actitud. Jackson amenazó con una intervención militar pero se alcanzó una solución de compromiso al aprobar una nueva ley que establecía una reducción gradual de los aranceles.

Los whigs y los demócratas

Entre 1834 y 1836, los enemigos de Jackson se unieron para crear un nuevo partido político, el Partido Whig. Algunos años antes, los demócrata-republicanos, encabezados por Jackson, habían eliminado parte del nombre, por lo que este partido pasó a denominarse en definitiva Partido Demócrata.

En 1837 resultó elegido presidente el candidato demócrata Martin Van Buren. La principal cuestión de este periodo fue la esclavitud de los negros. Este problema había sido causa de una agria controversia desde la creación de la Unión y, desde 1840 hasta mediados de la década de 1860, dominó todos los aspectos de la vida estadounidense.

El debate sobre la esclavitud

Durante el siglo XVII se habían llevado unos 25.000 negros africanos a las colonias norteamericanas y la esclavitud era legal en todas ellas. La demanda de una mano obra barata para trabajar en las plantaciones de algodón, principal cultivo de los estados sureños, provocó un gran incremento en el número de esclavos en el Sur. El Norte consideraba a la esclavitud una institución deplorable y poco apropiada para la actividad industrial; así, a finales del siglo XVIII todos los estados al norte de Maryland, excepto Nueva Jersey, habían declarado la abolición de la esclavitud.

La Constitución estadounidense, sin embargo, reconocía esta institución y el Congreso actuó en sus inicios a veces en contra de la esclavitud y en otras su favor; así, una ordenanza de 1787 prohibía la esclavitud en el Territorio del Noroeste y otra, por el contrario, en 1793, aprobó las leyes de los esclavos fugitivos. En 1808 el Congreso prohibió la importación de esclavos a Estados Unidos.

La primera gran controversia sobre esta cuestión tuvo lugar en 1818 cuando el territorio de Missouri, donde la esclavitud era legal, solicitó su ingreso en la Unión. Tras una larga y violenta polémica en todo el país, el Congreso promulgó el Compromiso de Missouri. Según esta ley, Missouri fue admitido como estado esclavista, aunque la esclavitud quedó prohibida en todos los estados que se crearan más allá del territorio de Luisiana. La disputa que siguió a la entrada en vigor del Compromiso de Missouri centró la atención de todo el país sobre la cuestión de la esclavitud. Desde 1820, creció el sentimiento abolicionista en los estados del Norte fundamentado en criterios éticos, mientras que el Sur veía en la abolición un ataque directo a su tradicional modo de vida.

La división de la opinión pública nacional sobre la esclavitud se hizo más violenta a partir de 1830, convirtiéndose en una crisis 1840. En esa época, Estados Unidos había adquirido gran cantidad de territorio al oeste y, de nuevo, comenzó la disputa entre el Norte y el Sur sobre si la esclavitud debía permitirse en aquellas regiones.

Texas y Oregón

Texas fue una provincia de México hasta 1836, cuando sus habitantes (en gran parte procedentes de Estados Unidos, que habían emigrado allí desde comienzos del siglo XIX) se sublevaron y establecieron la República de Texas en un intento por incorporarse a Estados Unidos. El Sur, abiertamente partidario de ampliar el territorio nacional donde se permitiese la esclavitud, propugnó decididamente la anexión de Texas, donde la esclavitud era legal. El Norte se opuso a esa anexión.

La cuestión de la anexión de Texas se vio complicada con la de Oregón. Estados Unidos y Gran Bretaña reclamaban este último territorio, ambos países habían firmado un acuerdo en 1818 (renovado en 1827) para compartir el dominio sobre ella. En diciembre de 1845, Texas fue admitida en la Unión; en junio de 1856, Gran Bretaña y Estados Unidos firmaron un tratado por el cual todo el territorio de Oregón al sur del paralelo 49 quedó en posesión de Estados Unidos.

La guerra con México

La anexión de Texas provocó un conflicto entre Estados Unidos y México, que nunca había reconocido la independencia de aquel territorio mexicano. Una incursión de tropas estadounidenses en territorio de México provocó la guerra, ganada por Estados Unidos. Según el Tratado de Guadalupe Hidalgo (2 de febrero de 1848), México, a cambio de quince millones de dólares, cedió California y Nuevo México a Estados Unidos y reconoció el Río Grande del Norte (o Bravo) como la frontera entre Texas y México.

California y Nuevo México

La organización civil de Nuevo México y California, dominios de la Corona española que habían pasado a México y que, tras las invasiones estadounidenses, habían estado bajo la administración militar hasta 1848, originó otra importante polémica sobre la esclavitud. La discusión llegó a ser tan agria que en las elecciones presidenciales de 1848 los dos partidos principales evitaron comprometerse de una forma definitiva sobre la cuestión. El equilibrio político que resultó de estas elecciones daba un importante papel al tercer grupo más votado, el nuevo Partido de la Libertad del Suelo, que se oponía a la expansión de la esclavitud al oeste del Mississippi.

La preservación de la Unión

En 1849, los grupos esclavistas y abolicionistas del Congreso estaban tan divididos que no se pudo llegar a un acuerdo sobre la cuestión de la esclavitud en los territorios recién adquiridos. A pesar de ello, se llegó a un pacto entre ambos grupos que permitió aparcar durante cuatro años la polémica sobre la esclavitud.

La Ley Kansas-Nebraska

En enero de 1854, el senador y dirigente del Partido Demócrata Stephen Arnold Douglas presentó el Acta de Kansas-Nebraska por la que Luisiana se dividió en dos zonas: Nebraska al norte y Kansas al sur. La Ley estipulaba que sus habitantes decidirían si aprobaban la esclavitud lo que generó una dura oposición. Provocó la destrucción del Partido Whig (dividido entre los partidarios de la Ley en el Sur y los opuestos a la misma en el Norte) y originó un violento conflicto en Kansas entre los abolicionistas y los proesclavistas.

La consecuencia principal de esta ley fue la creación del Partido Republicano, cuyos miembros denunciaron la esclavitud, se opusieron a su expansión y exigieron, de forma específica, la retirada de la Ley de Kansas-Nebraska y la Ley de Esclavos Fugitivos. El nuevo partido estaba dominado, no por los abolicionistas, que buscaban el final inmediato de la esclavitud, sino por los que deseaban limitar la esclavitud a las fronteras existentes.

La aprobación de la esclavitud

El nuevo presidente, James Buchanan, vencedor de las elecciones de 1856 como candidato del Partido Demócrata, esperaba poner fin a la agitación provocada por el tema de la esclavitud pero los sucesos ocurridos durante su mandato condujeron a una crisis final. Una resolución emitida en 1857 por el Tribunal Supremo de Estados Unidos sancionó la institución de la esclavitud al considerar que los esclavos eran propiedades y no ciudadanos y que el Congreso no tenía derecho a prohibir la esclavitud en los territorios que quisieran mantenerla o instalarla.

Una serie de debates celebrados en 1858, entre los dos aspirantes a senador por Illinois, Stephen A. Douglas y Abraham Lincoln, centraron la atención de todo el país como nunca antes había ocurrido sobre los aspectos políticos y morales del problema; Douglas defendía la soberanía de los estados, mientras que Lincoln propugnaba que la decisión sobre la esclavitud en los nuevos territorios dependía del Congreso. Douglas ganó las elecciones, pero Lincoln se consolidó como líder del Partido Republicano y en 1860 obtuvo el triunfo electoral que le permitió ser proclamado presidente de Estados Unidos.

La secesión y la guerra

Las elecciones presidenciales de 1860 reflejaban que el control de los asuntos nacionales estaba en manos del Norte. El Sur sintió que todas las cuestiones económicas y sociales importantes se zanjarían según los principios y necesidades del Norte; temía sobre todo por el futuro de la esclavitud. Aunque el Partido Republicano declaró que no tenía intención de inmiscuirse en la cuestión esclavista de los estados sureños, el 20 de diciembre de 1860, Carolina del Sur se separó de la Unión y pocos días después, tropas de este estado pusieron sitio a la guarnición federal de Fort Sumter en el puerto de Charleston. En menos de un mes, Mississippi, Florida, Alabama y Georgia tomaron la misma postura; más tarde lo hicieron Luisiana, Texas, Virginia, Arkansas, Carolina del Norte y Tennessee.

El 4 de febrero de 1861 los estados secesionistas crearon la Confederación Sudista. Lincoln, en su discurso inaugural, dejó clara su posición: no tenía intención de intervenir en la cuestión de la esclavitud en los estados donde existiera ésta; al mismo tiempo declaró que ningún estado tenía el derecho a abandonar la Unión cómo y cuando quisiera. El 15 de abril, Lincoln pidió a los estados leales unos 75.000 voluntarios para defender la Unión. Era el inicio de la Guerra Civil estadounidense.

El periodo de posguerra

La Guerra Civil puso fin a los dos grandes problemas del país: la relación entre el gobierno federal y los estados, y la esclavitud. El Congreso abolió la esclavitud en 1862; el 1 de enero de 1863, Lincoln promulgó la proclamación de la Emancipación, por la que se declaraba libres a todos los esclavos en los estados esclavistas. Por último, el 6 de diciembre de 1865, la decimotercera enmienda de la Constitución abolió la esclavitud en todos los estados.

El periodo de posguerra estuvo marcado por el dominio de los republicanos en los asuntos nacionales.

La Reconstrucción en los estados del Sur

El primer asunto al que tuvo que hacer frente el país, una vez acabada la Guerra Civil (periodo conocido como la Reconstrucción), fue determinar cómo reintegrar a los estados secesionistas a la Unión. El plan de Lincoln consistía en readmitir a los estados suristas sin imponerles excesivas represalias, aunque el Congreso demandara mayor severidad. El presidente Andrew Johnson mantuvo inicialmente una postura similar a la de Lincoln. El Congreso aprobó en 1867 las Leyes de Reconstrucción, por las que la mayor parte del Sur quedaba dividido en cinco distritos militares, se garantizaba el derecho a sufragio a la población masculina negra, y a los antiguos dirigentes políticos confederados se les prohibió tomar parte en los gobiernos de los diversos estados.

La política adoptada por los sucesivos gobiernos de este periodo de la Reconstrucción provocó gran resentimiento en el Sur. Los sureños eran incapaces de aceptar cualquier forma de gobierno en el que negros y los delegados del Norte tuvieran un papel importante e intentaron alterar a los gobiernos federales con estallidos de violencia y, a través de la intimidación, orquestada sobre todo por el Ku Klux Klan. El Norte, cada vez más cansado de imponer la Reconstrucción por la fuerza, permitió que en 1867 los sureños lograran recuperar el control de los gobiernos de todos sus estados.

La influencia de los magnates

La alianza entre los intereses financieros y el Partido Republicano hizo que la hegemonía republicana en las dos primeras décadas tras la Guerra Civil estuviera caracterizada por un favoritismo sin precedentes hacia las grandes compañías, que se vieron igualmente favorecidas en la creación de las líneas ferroviarias en el Oeste. Además, durante este periodo fueron numerosos los fraudes y el uso indebido de fondos públicos por políticos corruptos, en especial bajo la presidencia de Ulysses Simpson Grant.

Movimientos reformistas

Con el objetivo de contrarrestar esta situación, un grupo de disidentes del Partido Republicano (denominados republicanos liberales) iniciaron un movimiento reformista y condenaron la corrupción del gobierno nacional, pero no pudieron evitar que en las elecciones de 1872 fuera reelegido el presidente.

Otro movimiento de carácter reformista permitió la formación del Partido Greenback. Sin embargo, las elecciones de 1876 las ganó el republicano Rutherford Birchard Hayes. Su mandato estuvo caracterizado por los esfuerzos que llevó a cabo para establecer una serie de reformas a las que se opusieron los dirigentes de otros partidos.

Política nacional (1885-1920)

En 1885 fue elegido presidente Grover Cleveland, y así, por vez primera desde 1856, los demócratas llegaban al poder. Su mandato estuvo caracterizado por el nacimiento del movimiento obrero organizado, con una influencia política y económica. Los sindicatos adquirieron una dimensión nacional entre 1861 y 1866. El primer intento para unir a todas las organizaciones sindicales en una sola federación tuvo lugar en 1866 con la creación de la National Labor Union (‘Sindicato Nacional del Trabajo’), que se disolvió en 1872 debido a sus disensiones internas. Surgieron otros grupos sindicales de carácter clandestino, el más importante de los cuales era conocido como Knights of Labor (‘caballeros del trabajo’), que hacia 1886 era una organización nacional con más de 700.000 afiliados. Su importancia disminuyó cuando se crearon organizaciones dependientes de la Internacional socialista. Durante la presidencia de Cleveland, el movimiento obrero llevó a cabo por vez primera movimientos reivindicativos en demanda de mayores salarios y reducción de horas de trabajo; entre 1886 y 1887 tuvieron lugar en Estados Unidos unas 3.000 huelgas.

Durante el mandato de Cleveland se redujeron los privilegios de las compañías ferroviarias y se intentó reducir los aranceles con el fin de mejorar el nivel de vida de los consumidores.

Su sucesor en la presidencia, Benjamin Harrison, llevó a cabo una política financiera contraria a la de Cleveland. Se aumentaron los aranceles aduaneros y se declaró ilegal toda forma restrictiva de comercio. En 1892, el antiguo presidente Cleveland volvió a ser reelegido.

La segunda presidencia de Cleveland

El segundo mandato de Cleveland estuvo marcado por un creciente conflicto entre los intereses de los partidarios de la reforma agraria, residentes en el Oeste, y los de los grandes banqueros e industriales del país, cuyas empresas se localizaban por lo general en el Este. El Congreso aprobó otro elevado arancel proteccionista. El país sufrió un periodo de depresión industrial, con un aumento de la inflación, un elevado desempleo y numerosas quiebras y huelgas.

La administración McKinley (1897-1901)

El siguiente presidente fue William McKinley. El principal acontecimiento que tuvo lugar durante su gobierno fue la Guerra Hispano-estadounidense, por la que España perdió sus últimas provincias de ultramar en 1898. Tras su victoria, Estados Unidos adquirió Cuba, Filipinas, Guam y Puerto Rico. El Partido Demócrata acusó de imperialistas estas adquisiciones, aunque el país apoyó la política expansionista seguida por el Gobierno de McKinley. En 1901 McKinley fue asesinado, por lo que el vicepresidente Theodore Roosevelt accedió a la presidencia.

Theodore Roosevelt y el progresismo (1901-1909)

Su mandato significó que un sector del Partido Republicano se opusiera a importantes cuestiones políticas, sociales y económicas adoptadas por el ejército, lo que con el paso del tiempo provocaría una aguda división en el partido. En su primer discurso al Congreso, Roosevelt anunció su intención de desarrollar una política destinada a conseguir una mayor justicia social; se opuso de forma activa a la fusión de compañías (trusts) interesadas en monopolizar sectores económicos, cuyo número había pasado de 60, antes de 1898, a 183 en 1901. Roosevelt reconoció el derecho de la existencia de tales prácticas (a pesar de que muchos de estos trusts tenían el monopolio de productos de primera necesidad como petróleo, carne, carbón y azúcar, o de importantes servicios públicos como el ferroviario), pero también insistió en el derecho del gobierno para controlar y regular sus actividades. Durante su presidencia se inauguró el canal de Panamá. No quiso presentarse a la reelección en 1908 y en su lugar fue nominado su colaborador, William Howard Taft, quien derrotó con facilidad a su oponente demócrata y cuyo gobierno se considera un paréntesis conservador.

En las elecciones de 1912, el Partido Demócrata nominó candidato a la presidencia al gobernador de Nueva Jersey Woodrow Wilson; dada la disensión interna entre los republicanos, Wilson ganó las elecciones.

Wilson y la “Nueva Libertad” (1913-1921)

Su programa político de tendencia progresista, fue conocido como “Nueva Libertad”. Wilson, demostrando una inusual habilidad para mediar entre las tendencias de su gabinete y del Congreso, logró llevar a cabo, durante la mayor parte de sus dos mandatos, importantes reformas legislativas que afectaron a la política arancelaria, el sistema bancario, los trusts, el mundo laboral y la agricultura.

Después de rebajar los aranceles y de aumentar los impuestos para compensar los impuestos federales, en 1913 se creó el sistema de la Reserva Federal. En ese año, también se ratificó la decimoséptima Enmienda a la Constitución por la que los senadores serían elegidos por sufragio universal y no por las asambleas legislativas de cada uno de los estados.

Wilson consideró “indefendible e intolerable” el monopolio privado e impuso al Congreso la creación de la Comisión Federal de Comercio, encargada de investigar y evitar la aplicación de métodos de competencia desleal. Otras leyes estaban orientadas a mejorar las condiciones de trabajo y evitar contrataciones irregulares.

Sin embargo, las cuestiones más importantes durante la presidencia de Wilson fueron las relacionadas con el estallido de la I Guerra Mundial y la firma de la paz en 1919. Para más detalles acerca de estos temas, véase más adelante el apartado I Guerra Mundial.

Política exterior (1865-1920)

Desde 1865 hasta 1898 la política exterior estadounidense estuvo determinada principalmente por las actitudes y acciones de los gobiernos de países extranjeros. La política internacional de Estados Unidos tuvo durante estas tres décadas un fuerte componente nacionalista, por lo que no participó ni se implicó en cuestiones y asuntos mundiales. El resultado de la Guerra Hispano-estadounidense permitió que Estados Unidos adquiriera nuevos territorios fuera de su área continental, cuyo control colonial, junto a otros factores, obligó al país a una mayor implicación en los asuntos internacionales. En 1917 Estados Unidos entró en guerra contra Alemania y sus aliados e influyó en la redacción del Tratado de Versalles (1919) que puso fin a la I Guerra Mundial. El rechazo del Senado a este tratado y al ingreso de Estados Unidos en la Sociedad de Naciones dio temporalmente la vuelta a esta tendencia intervencionista de Estados Unidos en la política mundial.

La influencia de los gobiernos extranjeros (1865-1898)

Durante la Guerra Civil estadounidense Francia y Gran Bretaña intentaron sacar provecho de esa situación. El emperador francés Napoleón III, ignorando las protestas del Departamento de Estado, había apoyado en 1863 al archiduque de Austria, Maximiliano I, que fue proclamado emperador de México y en 1864 envió tropas francesas que invadieron México. Tras la Guerra Civil estadounidense las enérgicas protestas de Estados Unidos y el levantamiento de los liberales mexicanos, dirigidos por Benito Juárez, provocaron la retirada de las tropas francesas en 1867. Maximiliano perdió su trono y fue ejecutado por los mexicanos.

Gran Bretaña había permitido, durante la Guerra Civil, la construcción en sus astilleros de cruceros confederados que infligieron severas pérdidas a la flota nordista. Estados Unidos intentó lograr compensaciones por esas pérdidas. Rusia, al contrario que Francia y Gran Bretaña, se mostró cordial con el gobierno de la Unión durante la contienda civil; esta relación amistosa entre ambos países permitió que Estados Unidos comprara Alaska a Rusia (1867).

Expansión por el Pacífico

El último cuarto del siglo XIX fue testigo de una serie de disputas entre Estados Unidos y Gran Bretaña: la controversia del estrecho de Bering y el conflicto provocado por el intento británico de anexionar territorio venezolano a la Guayana Británica, en contra de la Doctrina Monroe; esta disputa acabó el año 1897 después de una solución arbitrada. El último tercio del siglo estuvo marcado por la adquisición estadounidense de privilegios portuarios en las islas de Samoa y en 1889 por la anexión de la isla de Tutulia (véase Samoa Oriental). En 1893 estalló una revuelta en las islas Hawai, promovida por plantadores de azúcar estadounidenses que se habían instalado allí tiempo atrás; la sublevación derrocó a la monarquía hawaiana y en 1898 Estados Unidos se anexionó las islas.

La guerra con España

El conflicto diplomático más grave que tuvo Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XIX fue el que le enfrentó con España por la isla de Cuba. Durante la guerra de los Diez Años entre España y su provincia cubana, un navío de guerra español capturó un vapor estadounidense, el Virginius, que llevaba suministros a los rebeldes cubanos y algunos miembros de su tripulación fueron ejecutados. Este suceso provocó un fuerte sentimiento antiespañol en Estados unidos, alentado por ciertas cadenas de periódicos. La situación llegó a su punto culminante cuando el acorazado Maine, atracado en el puerto de La Habana para proteger a los ciudadanos estadounidenses en Cuba, explotó el 15 de febrero de 1898 perdiendo la vida 260 hombres. Si bien no se determinó en esa época si el Maine fue hundido por los españoles, por los rebeldes cubanos o como consecuencia de un accidente, la opinión pública estadounidense responsabilizó a España. (En 1969 la Armada estadounidense confirmó, según sus investigaciones, que la explosión fue originada por un fallo en las calderas). El 19 de abril de 1898 el Congreso adoptó una resolución por la que se reconocía la independencia de Cuba, exigía la retirada española de Cuba y autorizaba al presidente a utilizar la fuerza para hacer cumplir esta resolución. En la práctica suponía una declaración de guerra a España.

La breve guerra acabó con una total victoria estadounidense. El Tratado de París, firmado el 10 de diciembre de 1898, que puso fin al conflicto, aseguraba la independencia de Cuba; obligaba a España a ceder Puerto Rico, Guam y Filipinas a Estados Unidos que, como compensación, pagaba 20 millones de dólares a España por la cesión de Filipinas.

El periodo de la posguerra

El final de la guerra con España obligó a que Estados Unidos tuviera que afrontar el problema de organizar y gobernar Puerto Rico, Filipinas y Cuba. Mantuvo un protectorado sobre Cuba hasta 1902, cuando las tropas estadounidenses de ocupación traspasaron el poder a Tomás Estrada Palma, primer presidente de ese país. El Congreso instauró un gobierno civil en Puerto Rico y en 1917 se otorgó la ciudadanía estadounidense a los puertorriqueños. En Filipinas, los rebeldes, dirigidos por Emilio Aguinaldo, hicieron frente en un primer momento a la ocupación estadounidense, pero renunciaron a la lucha en 1902. La Ley Jones de 1916 creaba un Senado electivo y prometía una futura independencia, pero hasta el 4 de julio de 1946 Filipinas no se convirtió en un estado soberano.

La política del “Big stick”

Durante la presidencia de Theodore Roosevelt la política exterior de Estados Unidos fue muy agresiva, en especial en América Central, el Caribe y el Extremo Oriente, usando la fuerza cuando la era considerado necesario (Esta política queda bien sintetizada en la máxima “habla suavemente y lleva un gran palo”, en inglés “Speak softly and carry a big stick”). La guerra con España había mostrado la necesidad de un canal interoceánico (en Nicaragua o en el istmo de Panamá) que por razones de seguridad nacional debería estar bajo control exclusivo de Estados Unidos. Gracias a la iniciativa de Roosevelt, Estados Unidos firmó el Tratado Hay-Herrán con Colombia (país del que Panamá era entonces una provincia) por el cual Colombia arrendó una zona de 16 kilómetros de anchura en Panamá. El Senado colombiano rechazó el tratado, tras lo cual estalló una rebelión en Panamá, apoyada por Estados Unidos, que acabó por convertirse en una república independiente. Gracias al Tratado Hay-Bunau-Varilla de 1903, firmado con la República de Panamá, Estados Unidos obtuvo a perpetuidad (tras un pago inicial de 10 millones de dólares y un pago anual de 250.000 dólares) los 16 km de territorio requeridos para la construcción del canal que se inició y concluyó en 1914. (Mediante unos tratados ratificados en 1978, Estados Unidos renunció a la Zona del Canal de Panamá en 1979 y se acordó que el canal pasara a hegemonía panameña en el año 2000).

Estados Unidos y el conflicto con México

La situación de México desde 1910 había originado gran preocupación en Estados Unidos. En 1911 el dictador Porfirio Díaz había sido derrocado por una revolución dirigida por el reformista Francisco Madero. Éste, cuyos esfuerzos por iniciar un proceso de reformas habían sido vistos con buenos ojos por Estados Unidos, fue asesinado y el general Victoriano Huerta se hizo cargo del gobierno del país y actuó como dictador. Aunque algunos estados mexicanos apoyaban a Huerta y a pesar de que numerosos países le habían reconocido como presidente de México, Wilson se negó a hacerlo, alegando que el nuevo régimen procedía del asesinato de Madero y que además era demasiado débil para mantener el orden en el país. En 1914 Estados Unidos apoyó al general Venustiano Carranza que dirigió una sublevación contra Huerta, quien llevó a cabo actos de represalia contra ciudadanos estadounidenses. Estados Unidos respondió a su vez ocupando Veracruz.

La mediación de Argentina, Brasil y Chile, a fin de evitar la guerra entre México y Estados Unidos, tuvo como resultado la dimisión de Huerta y la llegada al poder de Carranza, cuyo gobierno fue reconocido por Estados Unidos en 1915. En ese momento la mayor parte de los grupos opuestos a Carranza depusieron las armas; tan solo mantuvo la revuelta Francisco (o Pancho) Villa, que en 1916 realizó una incursión sobre Colombo (Nuevo México) durante la cual murieron 16 personas y quedó arrasada parcialmente la ciudad. Con el permiso de Carranza, Estados Unidos envió una fuerza militar bajo el mando del general John Joseph Pershing para localizar y castigar a Villa, que logró eludir la persecución. Carranza, temeroso de que las tropas estadounidenses actuaran en contra de su régimen, exigió su retirada y la expedición fue repatriada sin haber conseguido su objetivo.

La I Guerra Mundial

Al estallar la guerra en Europa el presidente Wilson proclamó formalmente la neutralidad de Estados Unidos. Esta declaración, no obstante, no evitó que surgieran tendencias favorables a uno u otro bando contendiente en el país.

La guerra submarina alemana

Con objeto de evitar que llegaran a Gran Bretaña alimentos, municiones y otros suministros, Alemania declaró zona de guerra las aguas que rodeaban a Gran Bretaña e Irlanda, ordenando a sus submarinos que hundieran todos los buques enemigos. Para evitar la posibilidad de que pudieran ser atacados barcos neutrales por error, Alemania recomendó que éstos no penetraran en esa zona. En mayo de 1915 un submarino alemán torpedeó sin aviso previo un buque de pasajeros, el Lusitania, frente a las costas irlandesas; murieron 1.198 personas, de las cuales 128 eran estadounidenses. Las autoridades alemanas aseguraron que el Lusitania transportaba municiones a Gran Bretaña (aseveración que la investigación posterior demostró ser cierta); sin embargo, la presión de la opinión pública estadounidense obligó a que el Departamento de Estado consiguiera la promesa alemana de adoptar precauciones para garantizar la vida de civiles.

La entrada de Estados Unidos en la guerra

A pesar de esas promesas, en marzo de 1916 un submarino alemán hundió un ferry de vapor en el canal de la Mancha, el Sussex, en el que murieron dos ciudadanos estadounidenses. En mayo el gobierno alemán prometió no hundir buques mercantes sin dar aviso previo y sin salvar antes las vidas de los tripulantes y viajeros.

A finales de enero de 1917 Alemania declaró la guerra submarina sin restricciones en una zona mayor aún de la que había establecido en 1915. El 3 de febrero Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Alemania. Los nuevos ataques submarinos contra barcos neutrales y el descubrimiento de un plan del ministerio de Asuntos Exteriores alemán según el cual Alemania, Japón y México se unirían contra Estados Unidos si este país entraba en la guerra, hicieron que Wilson pidiera el 2 de abril de 1917 al Congreso que declarara la guerra a Alemania. Ver Primera Guerra Mundial.

Los tratados de paz

El presidente Wilson desempeñó un papel destacado en la Conferencia de Paz celebrada en París en 1919 tras la derrota de Alemania. Su intención de restablecer la paz sobre la base de su programa conocido como los Catorce Puntos, quedó frustrada por la diplomacia de las otras potencias aliadas que deseaban imponer duras sanciones a Alemania. El único punto importante del programa de paz de Wilson que quedó reflejado en el texto del Tratado de Versalles (1919) fue la creación de la Sociedad de Naciones. El Senado estadounidense no ratificó ni la entrada del país en la Sociedad de Naciones ni el Tratado, por lo que los acuerdos de paz con Alemania, Austria y Hungría hubieron de ser negociados después por separado.

La década de 1920: desarrollo económico y crisis

Con las elecciones celebradas en 1920 se inicia un periodo de dominio republicano caracterizado por el establecimiento de unos elevados aranceles. En esta década, el Congreso estadounidense cambió la tradicional política estadounidense de una inmigración sin restricciones, lo que provocó una considerable reducción de la inmigración europea. Además, en el movimiento obrero se produjo la decadencia de las organizaciones socialistas, cuyo principal representante era el Partido Socialista de América (SPA).

La Ley Seca

El tema más controvertido del periodo 1920-1933 fue la prohibición de la fabricación y venta de bebidas alcohólicas que dio origen a un periodo de violencia cuando bandas organizadas de criminales controlaron la venta ilegal de bebidas alcohólicas. En 1929, una comisión presidencial dictaminó que la puesta en práctica de las leyes antialcohólicas había constituido un fracaso.

La crisis de 1929

El primer año del mandato del presidente Herbert Clark Hoover se vio marcado por un suceso que hizo tambalearse los cimientos económicos del país: el hundimiento del mercado de valores ocurrido en 1929. Durante el periodo de expansión económica en esa misma década, muchos ciudadanos y empresas invirtieron sus ahorros y beneficios en sectores especulativos.

Los precios de las acciones alcanzaron su mayor nivel durante los primeros seis meses del mandato de Hoover. En este periodo, los particulares invirtieron miles de millones de dólares en el mercado bursátil, obteniendo el dinero para tales inversiones gracias a préstamos bancarios, la hipoteca de sus casas y la venta de obligaciones del Estado. En octubre de 1929 la fiebre compradora se había agotado y dio paso a otra fiebre, en este caso vendedora. Los precios se hundieron y miles de personas perdieron todo lo que habían invertido, lo que supuso, en muchos casos, su completa ruina financiera. El 29 de octubre, el mercado de valores de Nueva York conoció su peor día y se produjo una situación de pánico. A finales de ese año, la caída de los valores de las acciones había alcanzado la cifra de 15.000 millones de dólares.

La Gran Depresión

El hundimiento de la Bolsa precedió a una depresión económica que no sólo afectó a Estados Unidos, sino que a comienzos de la década de 1930 adquirió dimensiones mundiales. Se cerraron fábricas, el paro se incrementó de forma constante, los bancos se hundieron y la inflación subió de forma incesante. Entre las medidas adoptadas se incluyeron la realización de obras públicas, la modificación de las normas del sistema de la Reserva Federal para facilitar que los hombres de negocios y los granjeros obtuvieran créditos, y la creación de la Corporación Financiera para la Reconstrucción con la finalidad de conceder préstamos de urgencia a las industrias, a las compañías ferroviarias, a las compañías de seguro y a los bancos. No obstante, la depresión económica empeoró aún más, de tal modo que en 1932 cientos de bancos habían quebrado, cientos de empresas y de fábricas habían cerrado y más de diez millones de trabajadores estaban sin empleo. La campaña presidencial de 1932 estuvo marcada por la crisis económica. Los demócratas, liderados por Franklin Delano Roosevelt, obtuvieron una victoria abrumadora.

Política exterior (1920-1932)

La política exterior estadounidense entre 1920 y 1932 estuvo centrada en el problema de las deudas de guerra, las reparaciones exigidas a Alemania y en el esfuerzo estadounidense para obtener una cooperación internacional que asegurara la paz mundial.

Los países aliados en la I Guerra Mundial habían contraído fuertes deudas con Estados Unidos pero, dada la incapacidad para pagarlas, el Congreso estadounidense creó una comisión especial para negociar estas deudas que quedaron considerablemente reducidas. Ver Reparaciones de guerra.

Durante el periodo de 1920 a 1932, Estados Unidos intentó lograr la paz mundial de tres formas: promoviendo una política de limitación armamentística, acordando con Francia un pacto en el que se renunciaba a la guerra como instrumento político y cooperando con la Sociedad de Naciones. Estados Unidos participó en cuatro conferencias internacionales sobre limitación de armas: la Conferencia de Washington (1921-1922), la Conferencia de Ginebra (1927), la Conferencia Naval de Londres y la Conferencia Mundial de desarme en 1932. El Pacto Briand-Kellog (1928) supuso la renuncia a la guerra como medio para solventar diferencias entre los países; fue ratificado en 1929 por el Senado.

Aunque Estados Unidos rehusó ingresar en 1920 en la Sociedad de Naciones, colaboró durante los siguientes 12 años con ésta en sus esfuerzos para lograr una paz mundial permanente.

El New Deal

La política económica y social de Roosevelt fue conocida como New Deal. Tenía un doble objetivo: la recuperación de la depresión económica que había surgido tras la crisis financiera de 1929 y la estabilización de la economía nacional para evitar otras severas crisis en el futuro.

Medidas económicas

El gobierno creó diversos organismos para socorrer a los desempleados y a los más necesitados. Se distribuyeron subsidios de desempleo mediante agencias locales, estatales y federales que crearon trabajos temporales, se ayudó a los granjeros, industriales y obreros, se modernizaron las condiciones de vida rurales mediante la incorporación de maquinaria agrícola, se crearon diversos organismos para fomentar la construcción de viviendas. Con la aprobación de la Ley de la Seguridad Social Estados Unidos dio un gran paso adelante para garantizar la seguridad económica a su población. Esta ley otorgaba ingresos a la tercera edad, una compensación a los desempleados y servicios de bienestar social a madres, niños, mayores y ciegos.

Los primeros que sufrieron la crisis de 1929 fueron los inversores y los clientes de los bancos. El New Deal también tuvo en cuenta los intereses de estos grupos. La Ley de Obligaciones Federales (1933) protegía a los inversores contra practicas fraudulentas. Para proteger a los impositores bancarios, el Congreso aprobó la Ley de Emergencia Bancaria (1933) que otorgaba al presidente la facultad de reorganizar los bancos insolventes. La política para luchar contra la inflación se centró en la devaluación del dólar.

También los grandes negocios salieron beneficiados: se otorgaron créditos a compañías ferroviarias, a bancos, a corporaciones de crédito agrícola, a compañías de seguros y a instituciones crediticias para vivienda. Con el fin de recaudar los fondos necesarios para financiar la política del New Deal, el Gobierno incrementó ligeramente los impuestos sobre bienes, ingresos, beneficios de corporaciones y emitió deuda pública.

La reelección de Roosevelt

El New Deal fue alabado por los que creían que había salvado al país de la adopción de soluciones revolucionarias, ya fueran fascistas o socialistas, aunque fue muy criticado por otros que vieron en la política de Roosevelt un peligroso recorte de los derechos asegurados por el sistema de libre mercado. En las elecciones de 1936, Roosevelt obtuvo una de las mayores victorias políticas de la historia estadounidense.

Su segundo mandato estuvo marcado por la polémica en relación con el Tribunal Supremo que había declarado inconstitucional, en parte o en su totalidad, gran número de las medidas gubernamentales, como la Ley de Recuperación de la Industria Nacional (1933). La pretensión de Roosevelt de disminuir el número de miembros del Tribunal Supremo fue rechazada por el Senado; sin embargo, el fallecimiento de varios de ellos permitió su sustitución por otros favorables al New Deal.

Política exterior de Roosevelt

La política exterior estadounidense se centró en aumentar el comercio exterior, en especial con Sudamérica, solucionar los problemas creados por la guerra entre China y Japón (iniciada en 1937) y el estallido de la II Guerra Mundial en 1939, en la que Estados Unidos entró en 1941.

Política de buena vecindad

La creación en 1934 de bancos de exportación e importación mediante los cuales el Gobierno concedió préstamos a las empresas para que aumentaran sus ventas en países extranjeros, favoreció la expansión del comercio exterior. La política de buena vecindad con los países de Sudamérica dio lugar a una considerable expansión del comercio estadounidense en esa zona.

Respuesta a la amenaza de la guerra

A pesar de la política de neutralidad, el sentimiento moral y los propios intereses materiales, forzaron a Estados Unidos a adoptar una postura contra los actos de agresión de Japón en Asia y de Alemania e Italia en Europa. En 1937 Roosevelt propuso un boicot económico contra los países agresores.

Ayuda a los aliados

Tras el estallido de la II Guerra Mundial en Europa en septiembre de 1939, la ayuda de Estados Unidos a los países que hacían frente a la agresión fascista se hizo más enérgica. A finales de 1939 el Congreso levantó en cierta parte el embargo de armas impuesto por las leyes de neutralidad, y Francia y Gran Bretaña pudieron, desde ese momento, adquirir material estadounidenses. Los éxitos alemanes de la primavera de 1940 llevaron a Estados Unidos a adoptar medidas inmediatas para reforzar sus defensas.

En 1940 el Congreso autorizó préstamos a los países sudamericanos para fines defensivos. El presupuesto de defensa aumentó de forma notable para construir una gran y poderosa flota capaz de enfrentarse con éxito a cualquier posible alianza de flotas enemigas. La aprobación en septiembre de 1940 de la primera llamada al servicio militar en tiempo de paz permitió que 1,2 millones de soldados se incorporaran a las Fuerzas Armadas y se tomaron medidas para movilizar los recursos industriales del país para una posible guerra.

El tercer mandato de Roosevelt

En 1940 Roosevelt fue nominado de nuevo para la presidencia. En marzo de 1941 el Congreso aprobó la Ley de Préstamos y Arriendos que autorizaba al presidente a transferir, vender, prestar o arrendar suministros militares a cualquier país cuya defensa fuera vital para la seguridad de Estados Unidos. La alianza entre Gran Bretaña y Estados Unidos parecía cercana tras el anuncio en agosto de 1941 de la Carta del Atlántico, proclama de las ocho bases de la paz que ambos países deseaban. Esta carta fue pergeñada por Roosevelt y el primer ministro británico Winston Churchill. El año 1941 estuvo caracterizado por un intenso debate nacional entre los aislacionistas que se oponían a la participación de Estados Unidos en la II Guerra Mundial y a la ayuda a Gran Bretaña, y los intervencionistas que consideraban esencial para la seguridad estadounidense la victoria sobre el Eje Roma-Berlín-Tokio.

La II Guerra Mundial y sus secuelas

El 7 de diciembre de 1941 el gobierno japonés lanzó un ataque aéreo sobre la base naval estadounidense de Pearl Harbor, en Hawai. Al día siguiente, Estados Unidos declaró la guerra a Japón. El 11 de diciembre Alemania e Italia declararon la guerra a Estados Unidos.

Conferencias aliadas

Los esfuerzos diplomáticos de Roosevelt dieron como resultado una serie de conferencias con Winston Churchill y el líder soviético Iósiv Stalin, en las que se tomaron medidas de actuación militar y se acordó la rendición incondicional de las potencias del eje. En la Conferencia de El Cairo (1943) se planeó el desarrollo de la guerra contra Japón. En la Conferencia de Teherán, celebrada en 1943, Churchill, Stalin y Roosevelt formularon los planes para un ataque conjunto sobre Alemania. En la Conferencia de Yalta, celebrada en 1945, se decidió dividir Alemania en zonas de ocupación y crear la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Otras reuniones establecieron las bases para la organización de la ONU y otras formas de cooperación mundial tras la guerra (véase Conferencia de Bretton Woods).

Cuarto mandato de Roosevelt y su muerte

Las elecciones de 1944 permitieron que Roosevelt fuera reelegido por cuarta vez, pero falleció el 12 de abril de 1945. Le sucedió el vicepresidente Harry S. Truman, cuyos primeros problemas fueron la finalización de la guerra y el establecimiento de la paz mundial. Alemania se rindió formalmente ante los aliados el 8 de mayo de 1945. Mientras tanto, la guerra continuaba en el Pacífico.

Conclusión de la guerra

Las crecientes tensiones en las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética se hicieron evidentes en la Conferencia de Potsdam, donde se alcanzó un acuerdo relativo a la división final de Alemania. El espíritu de la cooperación en tiempos de guerra había dado paso al recelo mutuo, al desentendimiento y a las recriminaciones, origen de la denominada Guerra fría.

En agosto de 1945 Truman autorizó el lanzamiento de bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Japón se rindió el 14 de agosto de 1945.

Asuntos económicos

Para facilitar la reconversión de la economía de guerra a una economía en tiempos de paz, el gobierno de Truman formuló un programa de 21 puntos que perseguían el pleno empleo, la cooperación entre los obreros y los empresarios, aumentar la percepción por desempleo, la ayuda federal a la educación, garantizar los derechos civiles, incrementar el salario mínimo y el mantenimiento de la ayuda exterior. Gran parte de este programa fue rechazado abiertamente por la mayoría republicana en el Congreso.

Cuestiones de seguridad

A pesar de estos problemas internos, Estados Unidos continuó su intervención en los asuntos internacionales gracias a su participación como miembro de Naciones Unidas y en otros organismos internacionales, y a la celebración de los juicios de crímenes de guerra contra antiguos dirigentes alemanes y japoneses. En agosto de 1946 Estados Unidos se adhirió al Tribunal Internacional de Justicia de la Haya. Entre las más importantes cuestiones diplomáticas estadounidenses se encontraba la propuesta del control de la energía atómica y de las armas nucleares por parte de Naciones Unidas. La Ley de Seguridad Nacional de 1947 creó la Secretaría de Defensa y unificó a los distintos jefes de Estado Mayor. También estableció el Consejo Nacional de Seguridad para planear y coordinar la política de defensa, y la CIA (Central Intelligence Agency) para reunir información estratégica del extranjero.

La contención del comunismo

En 1947 en un esfuerzo por detener el avance del comunismo en Europa, sobre todo en Grecia y Turquía, se estableció la denominada Doctrina Truman, mediante la cual Estados Unidos suministraría ayuda militar y económica a los países amenazados por la agresión y la subversión comunista. Un importante pilar a esta política fue el Plan Marshall, propuesto en junio de 1947 por el secretario de Estado George C. Marshall, que consistía en un vasto programa de ayuda económica para permitir la recuperación de Europa; fue rechazada por los países del Este sometidos a la Unión Soviética.

El puente aéreo de Berlín

La Unión Soviética respondió a la Doctrina Truman y al Plan Marshall con la creación de una nueva Internacional comunista (Cominform). En febrero de 1948 entró en vigor un plan para la unificación de las zonas de ocupación británica y estadounidense y se celebró una conferencia en Londres para discutir la eventual unión política y económica de las zonas ocupadas por Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña. La Unión Soviética respondió a esta violación de los acuerdos de Yalta y Potsdam con su retirada del Consejo de Control de las Cuatro Potencias Aliadas y dio los primeros pasos para la creación de un Estado alemán en su área de ocupación que sería controlado por el régimen soviético.

El 24 de junio de 1948 los soviéticos prohibieron el tráfico ferroviario entre Berlín y Alemania Occidental. Las autoridades de ocupación británicas y estadounidenses organizaron un puente aéreo sobre Berlín para abastecer el sector ocupado por los aliados occidentales. En abril de 1949, los ministros de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia culminaron los planes para unificar sus zonas de ocupación en Alemania Occidental y crear la República Federal. También en abril, Estados Unidos, Canadá y diez países de Europa Occidental firmaron un acuerdo de defensa y ayuda mutua: la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Reelección de Truman

En cuanto a la política nacional, Truman propuso un programa legislativo de desarrollo de los derechos civiles, lo que le costó el apoyo de muchos demócratas sureños. No obstante Truman obtuvo la victoria en las elecciones y en este nuevo mandato buscó apoyo para su programa legislativo, llamado Fair Deal. A pesar de que buena parte de sus propuestas fueron derrotadas en el Congreso, logró que éste aprobara un costoso programa de vivienda pública, el aumento del salario mínimo y el incremento de los subsidios de la Seguridad Social.

Problemas con China

En 1951 un tratado de paz puso fin a la ocupación estadounidense de Japón, que se convirtió en el más sólido aliado de Estados Unidos en Asia. En China el gobierno de Jiang Jieshi (Chiang Kai-shek), que había recibido el apoyo estadounidense, no pudo detener el avance de las tropas comunistas de Mao Zedong (Mao Tsé-tung) que proclamó la República Popular de China, lo que causó gran preocupación en Estados Unidos, responsabilizando al gobierno de Truman de no impedir el triunfo comunista. La opinión pública se molestó más aún en septiembre de 1949 cuando se anunció que la Unión Soviética había desarrollado bombas atómicas, con lo que el monopolio nuclear estadounidense llegó a su fin.

La guerra de Corea

En junio de 1950, al ser invadida Corea del Sur por tropas del régimen comunista del Norte, Truman anunció que Estados Unidos intervendría para ayudar a Corea del Sur. La ONU, en un gesto sin precedentes, patrocinó la acción militar de Estados Unidos. El 26 de noviembre de 1950 la China comunista entraba oficialmente en guerra.

La era de McCarthy

La guerra de Corea produjo un profundo cambio en la sociedad estadounidense que se manifestó en una psicosis anticomunista. En 1947 Truman creó comisiones nacionales para investigar a los funcionarios públicos. El gobierno procesó a once dirigentes del Partido Comunista Estadounidense. En 1950 el Congreso aprobó una ley por la que se creaba una Comisión de Control sobre Actividades Subversivas para vigilar las actividades comunistas en Estados Unidos y prohibir la entrada en el país de cualquier persona que hubiera pertenecido a una organización comunista. Las actividades del senador Joseph Raymond McCarthy levantaron una considerable polémica sobre el grado de influencia comunista en Estados Unidos. Ver Comité de Actividades Antiamericanas.

La presidencia de Eisenhower

En julio de 1952 el Partido Republicano nominó al general Dwight David Eisenhower y al senador Richard Milhous Nixon como candidatos a la presidencia y vicepresidencia respectivamente. Eisenhower ganó las elecciones con facilidad y los republicanos pasaron a dominar el Congreso.

En contraste con Roosevelt y Truman, Eisenhower pensaba que el cargo de presidente debía suponer una considerable delegación de su poder. Aunque no hizo intento alguno por revocar la legislación del New Deal, a diferencia de los demócratas, Eisenhower se esforzó por limitar la intervención gubernamental al exigir una mayor participación de las autoridades locales en asuntos gubernamentales. Entre las medidas más importantes tomadas por el nuevo gobierno se encuentran la desaparición del control sobre los salarios y los precios, la creación del Departamento de Salud, Educación y Bienestar Social y el aumento de los subsidios de la Seguridad Social.

La “caza de brujas”

Tras las elecciones de 1952 el interés de la opinión pública se centró en las actividades del senador McCarthy, que sacó provecho del silencio gubernamental para aumentar su poder, dirigiendo numerosas investigaciones sobre la supuesta infiltración de comunistas en organismos gubernamentales, especialmente en el Departamento de Estado. Cuando McCarthy amplió sus investigaciones al Ejército, sus métodos y acusaciones irresponsables hicieron que el Senado censurara sus actividades en diciembre de 1954. Al mismo tiempo, el Tribunal Supremo corrigió algunos de los peores abusos que se habían producido en el ámbito de las libertades civiles durante el periodo de la posguerra, y algunas de sus sentencias limitaron la investigación pública sobre las creencias particulares. No obstante, el temor introducido en la opinión pública por la “caza de brujas” de McCarthy perduraría durante toda la década de 1950.

El movimiento por los derechos civiles

El asunto más destacado en la política nacional de este periodo fue la lucha de los negros para poner fin a la segregación y asegurar todos sus derechos como ciudadanos. Éstos, dirigidos por la Asociación Nacional para el Desarrollo del Pueblo Negro, buscaron incesantemente el amparo de los tribunales. Sin embargo, muchos estados del Sur intentaron burlar esas sentencias. A pesar de los progresos realizados en algunos estados, la integración racial fue lenta en el Sur.

Mientras, muchos negros empezaron a tomar parte activa en el movimiento por los derechos civiles. En diciembre de 1955 Martin Luther King dirigió un eficaz boicot que concluyó con la discriminación que la población negra sufría en los autobuses de Montgomery (Alabama). A partir de entonces se utilizaron medios no violentos como forma de protesta por la segregación en diversos servicios públicos de los estados sureños. Este movimiento contó con destacados dirigentes, como Ralph David Abernathy o Rosa Parks, organizados en grupos como el Congreso para la Igualdad Racial y el Comité de Estudiantes No Violentos. Otros, sin embargo, adoptaron posturas más radicales y violentas como Malcom X.

La reelección de Eisenhower

En 1956 Eisenhower se presentó a la reelección y, aunque ganó, el Partido Demócrata se hizo con el control de las dos cámaras del Congreso. A principios de 1958 se produjo una recesión económica en el país que provocó un aumento del número de desempleados hasta alcanzar la cifra de cinco millones, el mayor índice desde la II Guerra Mundial. En 1959 Alaska se convirtió en el estado 49 de la Unión, y Hawai en el número 50 el 21 de agosto de ese mismo año.

La política exterior durante la presidencia de Eisenhower

Eisenhower confiaba ciegamente en su secretario de Estado John Foster Dulles para la dirección de la política exterior. Dulles pensaba que la política de contención era demasiado pasiva y optó por otra más dinámica, de ‘represalia masiva’ contra Moscú o Pekín en caso de una nueva agresión comunista en cualquier parte del mundo.

El concepto de ‘represalia masiva’ implicaba una reducción de armamento convencional en beneficio del incremento del armamento nuclear. La carrera armamentística que acompañó a la Guerra fría adquirió unas dimensiones colosales cuando Estados Unidos probó la primera bomba de hidrógeno en 1952 y la Unión Soviética hizo lo mismo seis meses después. Desde ese momento, ambas naciones continuaron con las pruebas de sus armas nucleares y se dedicaron a perfeccionar los medios de transporte y lanzamiento de dichas armas. Se fabricaron nuevos bombarderos de largo alcance y desde 1957 las dos potencias contaron con misiles balísticos intercontinentales.

Acontecimientos en el Sureste asiático

Uno de los logros de la política exterior de Eisenhower fue el acuerdo (alcanzado el 27 de julio de 1957) de un armisticio en la guerra de Corea. Por otro lado, Estados Unidos incrementó su ayuda económica y militar a Francia en Indochina. El acuerdo alcanzado en Ginebra en 1954 (que Estados Unidos se negó a firmar) dio lugar a la partición de Indochina y con el paso del tiempo a una intensificación del conflicto en la región.

En 1954 se creó la Organización del Tratado del Sureste Asiático (SEATO), que englobaba a Estados Unidos, Francia, Nueva Zelanda, Filipinas, Tailandia y Pakistán. La negativa de otros países asiáticos a ingresar en esta organización debilitó el pacto, lo que incitó a Dulles a condenar la política neutral de muchos países en vías de desarrollo. Consecuencia de este retroceso en Indochina fue el reforzamiento de los lazos estadounidenses con la China Nacionalista, cuyo gobierno, instalado en la isla de Taiwan (o Formosa) no era reconocido por la República Popular China, que controlaba la parte continental.

Acontecimientos en Europa

Tras la muerte de Stalin, la Unión Soviética inició una política que denominó “ofensiva de la paz”. Un resultado significativo de esta política fue el acuerdo entre las potencias occidentales y del Este sobre Austria, que se convirtió en una nación plenamente soberana, pero neutral, en julio de 1955, al tiempo que se produjo la retirada de las tropas de ocupación soviéticas y occidentales. Estados Unidos rechazó una propuesta similar para Alemania. En ese mismo mes, Eisenhower se reunió con los jefes de Estado británico, francés y soviético en Ginebra pero no se logró progreso alguno sobre temas como la reunificación de Alemania o el desarme. A finales de 1956, tras la denuncia que realizó Nikita Serguéievich Jruschov del estalinismo, estallaron revueltas antisoviéticas en Polonia y Hungría. Jruschov envió tropas soviéticas para reprimir la sublevación húngara. Estados Unidos condenó esta acción pero no hizo ningún intento para intervenir directamente.

Conflictos con la Unión Soviética

La puesta en órbita del primer satélite soviético Sputnik 1, en octubre de 1957, provocó la inmediata respuesta estadounidense: en enero de 1958 se lanzó al espacio el primer satélite de Estados Unidos, el Explorer 1. El 1 de mayo de 1960 un avión espía estadounidense fue derribado en el espacio aéreo soviético. Dos semanas más tarde, en una reunión celebrada en París, Jruschov exigió que Eisenhower pidiera perdón por la violación del espacio aéreo soviético; al negarse a ello, se clausuró la conferencia. En Sudamérica, el creciente resentimiento contra la política estadounidense se hizo evidente en Cuba donde la revolución, encabezada por Fidel Castro, que derrocó la corrupta dictadura de Fulgencio Batista, concluyó con el establecimiento de un régimen progresista. Cuando Estados Unidos se negó a conceder un préstamo a Castro en 1959, éste buscó en la Unión Soviética la ayuda económica que sus vecinos del norte le negaron. El gobierno de Eisenhower rompió relaciones diplomáticas con Cuba en enero de 1961 lo que obligó a Castro a radicalizar su régimen, decididamente marxista-leninista.

Los años de Kennedy

En julio de 1960 los demócratas nominaron candidato presidencial a John Fitzgerald Kennedy, que derrotó por un estrecho margen al candidato republicano Richard Nixon.

Las primeras propuestas económicas de Kennedy estaban destinadas a contrarrestar los efectos de la recesión económica para lo cual era necesario aumentar el gasto público. Otras medidas adoptadas consistieron en ayudar a las regiones más deprimidas económicamente y en aumentar el salario mínimo de los trabajadores empleados en el comercio interestatal. Sin embargo, gran parte de su programa de política nacional fue rechazado por el Congreso.

Los derechos civiles

Los derechos civiles constituyeron el principal problema interior durante el mandato de Kennedy. El fiscal general del Estado, Robert Kennedy, presionó enérgicamente para que se pusiera fin a la segregación racial en las escuelas y para que se defendiera el derecho al voto de las minorías.

Los negros y sus partidarios blancos continuaron sus manifestaciones contra la discriminación. Destaca la concentración de más de 250.000 personas en la ciudad de Washington el 28 de agosto de 1963, en la cual Martin Luther King pronunció su famoso discurso “Tengo un sueño”. En gran medida como consecuencia de estos acontecimientos, Kennedy recomendó extender la legislación relativa a los derechos civiles pero esta medida fue retrasada por el Congreso a lo largo de 1963.

Política exterior

En el ámbito exterior Kennedy intentó alcanzar un acercamiento con el bloque comunista. Con la ayuda de su secretario de Defensa Robert Strange McNamara, sustituyó la política de “represalia masiva” por otra de “respuesta flexible”. En abril de 1961 Kennedy autorizó el desembarco de bahía de Cochinos, invasión planeada durante la presidencia de Eisenhower y que llevaron a cabo exiliados anticastristas; a pesar del apoyo estadounidense, resultó un fracaso y la mayor parte de los invasores fueron muertos o capturados. Kennedy tuvo que hacer frente más tarde a las nuevas exigencias soviéticas sobre Berlín en una reunión con Jruschov celebrada en Viena en junio. Tras el fracaso de la misma, numerosos alemanes comenzaron a pasarse en masa al Berlín Occidental; la respuesta soviética fue comenzar la construcción de un muro que separaría los dos sectores de Berlín, además de iniciar nuevamente las pruebas nucleares. Kennedy también ordenó la reanudación de las pruebas atómicas; en 1964 Estados Unidos había triplicado el número de sus misiles.

En Sudamérica Kennedy trabajó para invertir la política de Truman y Eisenhower de ayuda militar más que económica. Inició la Alianza para el Progreso, programa que otorgaba 20.000 millones de dólares a los países sudamericanos para modernizar sus economías. El Cuerpo de Paz, creado el 22 de septiembre de 1961, fue otro intento para mejorar la imagen de Estados Unidos en Sudamérica y en otras regiones del mundo.

La crisis de los misiles cubanos

El 22 de octubre de 1962 se inició un grave conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética al denunciar Kennedy que los soviéticos estaban construyendo bases de misiles ofensivos en Cuba y exigir a la Unión Soviética que las desmantelara y retirara los misiles. Al mismo tiempo declaró que las fuerzas navales estadounidenses bloquearían la isla interceptando e inspeccionando los cargamentos de los barcos que navegaran rumbo a Cuba. Durante algunos días la guerra pareció inminente pero al final de la semana Jruschov aceptó desmantelar las bases y permitir la inspección estadounidense in situ a cambio de la garantía de Estados Unidos de no invadir la isla.

Inicio del conflicto de Vietnam

Mientras que las relaciones con la Unión Soviética mejoraban, la situación en el Sureste asiático se deterioró. La constante presión del Vietcong, grupo nacionalista vietnamita dominado por los comunistas, hizo que Kennedy aumentara la ayuda militar al gobierno de Ngô Dinh Diêm. El 1 de agosto el impopular régimen fue derrocado y Diêm fue asesinado con la tácita aprobación estadounidense. Le sucedió una junta militar que fue reconocida de inmediato por Estados Unidos.

El presidente Kennedy fue asesinado el 22 de noviembre de 1963 en Dallas (Texas) y fue sucedido por el vicepresidente Lyndon Baines Johnson. Lee Harvey Osvald, sospechoso del asesinato, fue detenido casi inmediatamente. Antes de que pudiera ser interrogado sobre el magnicidio, fue asesinado a su vez por Jack Ruby. Todas estas circunstancias dieron lugar a numerosas dudas y rumores de una posible conspiración. El presidente Johnson nombró una comisión encabezada por el presidente del Tribunal Supremo para que investigara el asesinato. En el polémico informe final se afirmaba que Oswald había actuado en solitario. Ver Comisión Warren.

La elección de Johnson

En 1964 los demócratas obtuvieron un gran éxito electoral cuando su candidato Johnson obtuvo la presidencia y consiguieron la mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes. En 1965 esbozó un programa de largo alcance; el Congreso promulgó la mayor parte de sus propuestas.

Crisis nacionales e internacionales

Durante estos años se produjeron serios disturbios raciales en diversas ciudades estadounidenses. Johnson creó una comisión para que investigase las causas de estas revueltas civiles; el informe de esta comisión alertaba del crecimiento de la polarización racial en Estados Unidos.

Por lo que respecta a la política exterior, Johnson tuvo que hacer frente a una serie de crisis, iniciadas en Sudamérica. Panamá y Estados Unidos mantuvieron una seria disputa por el control del Canal; tras una revuelta antiestadounidense, se negoció un nuevo tratado sobre el dominio del canal. En 1965 la amenaza de la guerra civil en la República Dominicana hizo que Johnson enviara 22.000 soldados con la excusa de proteger a los ciudadanos estadounidenses residentes en la isla y para evitar que se instaurara un régimen comunista.

La crisis en el Próximo Oriente, que acabó con la guerra entre Israel y varios países árabes en junio de 1967 (véase Guerra de los Seis Días), dio lugar a una intensa ronda de maniobras diplomáticas que culminaron en la reunión entre Johnson y el primer ministro soviético Alexéi Nikoláievich Kosiguin. En respuesta a la ayuda soviética a los países árabes y a su creciente influencia en el Mediterráneo, Estados Unidos incrementó la ayuda militar a Israel.

La polémica sobre la guerra de Vietnam

EL principal problema de Johnson en la política exterior fue la guerra de Vietnam. Durante 1964 continuó la política iniciada por Kennedy de enviar asesores militares para ayudar al ejército de Vietnam del Sur, pero no inició una escalada del conflicto. Sin embargo, Johnson anunció ese mismo año que los norvietnamitas habían atacado a buques estadounidenses en el golfo de Tonkín y el Congreso aprobó una resolución que autorizaba al presidente a incrementar la participación militar estadounidense en el Sureste asiático. En 1967 Estados Unidos estaba bombardeando casi todo Vietnam del Norte y había enviado unos 500.000 hombres a Vietnam del Sur. Este aumento de la intervención estadounidense produjo un gran debate nacional que se intensificó en 1968 tras la ofensiva del Tet, durante la cual los norvietnamitas atacaron las principales ciudades de Vietnam del Sur.

Johnson anunció, el 31 de marzo de 1968, la suspensión de los bombardeos sobre Vietnam del Norte a fin de comenzar negociaciones que pusieran fin a la guerra. También manifestó su renuncia a presentarse candidato a las elecciones presidenciales de ese año. Su mandato estuvo caracterizado desde ese momento por una serie de disturbios internos. El asesinato de Martin Luther King en Menfis (Tennessee), el 4 de abril de 1968, originó una nueva oleada de disturbios en Washington y otras grandes ciudades. Robert Kennedy fue tiroteado el 5 de junio, tras ganar las elecciones primarias del Partido Demócrata en California, y murió al día siguiente.

La elección de Nixon

Richard Nixon fue nominado candidato republicano a la presidencia. Obtuvo con alguna dificultad la victoria, apelando a la restauración del orden social. Cuando asumió el cargo de presidente, Nixon trató los asuntos nacionales de forma similar a la de Eisenhower; su nuevo programa pretendía limitar el poder del gobierno federal y ayudar a las autoridades estatales y locales a cumplir con sus responsabilidades. Nixon ordenó una drástica reorganización de los programas de asistencia social y propuso el establecimiento de un programa federal de bienestar social. Para luchar contra la inflación, vigente durante toda la década de 1960, pidió una reducción de los gastos gubernamentales pero durante dos años rechazó las sugerencias de controlar precios y salarios.

El programa de exploración espacial estuvo caracterizado por algunos notables logros durante la presidencia de Nixon, especialmente el primer alunizaje, llevado a cabo por la tripulación del Apolo 11 el 20 de julio de 1969.

Los sucesos de Kent

El creciente rechazo de la guerra de Vietnam entre la población civil estadounidense provocó numerosas protestas que en muchos casos acabaron con enfrentamientos directos entre los manifestantes y las tropas de la Guardia Nacional. Tras la incursión estadounidense en Camboya, los estudiantes de la Universidad de Kent (Ohio) se manifestaron en contra de la guerra en mayo de 1970 y cuatro de ellos murieron por disparos de la Guardia Nacional. Otras 500 universidades se sumaron a las manifestaciones y muchas fueron cerradas durante un considerable tiempo.

“Vietnamización”

Nixon declaró su intención de limitar progresivamente la guerra mediante una política de “vietnamización” que implicaba la sustitución de las tropas estadounidenses por survietnamitas, entrenadas y equipadas por Estados Unidos. A finales de 1971 apenas quedaban menos de 175.000 soldados. El Congreso, no obstante, intentó que Nixon acelerara el proceso y limitó el presupuesto para la guerra a través de diversas medidas parlamentarias.

Otros asuntos internacionales

Las relaciones con la Unión Soviética mejoraron, en opinión de algunos observadores políticos. Las Conversaciones sobre Limitación de Armas Estratégicas (SALT), iniciadas en 1969, continuaron en 1972. En mayo de ese año, durante la visita de Nixon a Moscú, se firmaron dos acuerdos entre Estados Unidos y la Unión Soviética; uno de ellos limitaba el número de misiles balísticos y el otro restringía los sistemas de lanzamiento de misiles.

El asesor de Nixon sobre seguridad nacional, Henry A. Kissinger, viajó en julio de 1971 en secreto a Pekín para acordar un encuentro entre Nixon y los dirigentes de la República Popular China; el presidente estadounidense llegó a Pekín en febrero de 1972.

Nixon reelegido

Nixon obtuvo su reelección como presidente el 7 de noviembre de 1972. El 27 de enero de 1973 se firmó en París un acuerdo de alto el fuego, lo que permitió la retirada de las tropas estadounidenses de Vietnam.

El “caso Watergate” y sus consecuencias

Poco después de iniciar su segundo mandato en enero de 1973 aparecieron las revelaciones sobre la ilegal intervención de las líneas telefónicas y del frustrado allanamiento del cuartel general del Partido Demócrata en el edificio de oficinas Watergate en Washington, el 17 de junio de 1972. Las investigaciones posteriores implicaron a altos funcionarios del gobierno de Nixon.

Estados Unidos tuvo que afrontar una crisis política y económica en los años siguientes. El vicepresidente Agnew dimitió el 10 de octubre de 1973 tras la acusación de sobornos y evasión de impuestos. El 6 de diciembre de 1973 le sucedió Gerald Ford.

Distensión

La política de distensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética continuó. Leonid Brezhnev y Nixon intercambiaron visitas en 1973 y 1974. La distensión sufrió un retroceso en octubre de 1973 cuando estalló un nuevo conflicto entre árabes e israelíes. El Kremlin apoyó a los países árabes y Estados Unidos a Israel (véase Guerra del Yom Kipur). No obstante, ambas superpotencias cooperaron en la consecución de un acuerdo de cese el fuego.

La dimisión de Nixon

Desde finales de 1973 hasta el verano de 1974 aumentaron las pruebas de la participación de Nixon en el escándalo Watergate y su intento de ocultarlo. A comienzos de agosto de 1974 Nixon tuvo que enfrentarse a un inminente proceso judicial que le incapacitaría para seguir en la presidencia, por lo que dimitió el 9 de agosto. El vicepresidente Ford le sucedió. Uno de sus primeros actos fue otorgar el perdón a su predecesor por cualquier delito que hubiera cometido en el ejercicio del cargo.

El mandato de Ford

La crisis económica internacional era aguda y Estados Unidos conoció sus tasas de desempleo e inflación más elevadas desde hacía décadas. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) había impuesto en el invierno de 1973 un embargo de petróleo a Estados Unidos y a otros países occidentales en respuesta al apoyo que prestaban a Israel. El precio del crudo se cuadruplicó en pocos meses, intensificándose la crisis monetaria internacional. En 1975 Estados Unidos comenzó a recuperarse de la recesión iniciada dos años antes.

Mientras tanto, la repentina reanudación de la guerra en Vietnam, Laos y Camboya, el posterior triunfo comunista y la expulsión de Estados Unidos del Sureste asiático en la primavera de 1975 debilitó la confianza en la fortaleza y lealtad estadounidense para con sus aliados.

La elección de Carter

En julio de 1976 Jimmy Carter obtuvo la nominación presidencial por el Partido Demócrata; derrotó a Ford y los demócratas mantuvieron mayoría en las dos cámaras.

La presidencia de Carter

En política exterior criticó con dureza a los gobiernos de la Unión Soviética y de otros países por violación de los derechos humanos. En septiembre de 1977 firmó un tratado con Panamá por el que Estados Unidos se comprometía a ceder el control del canal el año 2000; tras encendidos debates, este tratado fue ratificado por el Senado. El gobierno estadounidense intentó establecer la paz en Oriente Próximo; en 1978 Carter presidió una reunión en Camp David entre los máximos dirigentes de Egipto e Israel cuyo resultado fue un tratado de paz entre esos dos países en marzo de 1979. En enero de ese año Estados Unidos estableció plenas relaciones diplomáticas con la República Popular China.

La crisis de los rehenes

En noviembre de 1979 un grupo de revolucionarios iraníes asaltaron la embajada de Estados Unidos en Teherán y tomaron como rehenes a 53 miembros de la embajada. El Gobierno estadounidense se negó a aceptar la demanda de extradición del sha Muhammad Reza Pahlavi realizada por los captores, por lo que se llegó a un punto muerto. En abril de 1980 Carter ordenó el rescate aerotransportado de los rehenes que resultó un fracaso. Entre tanto, Estados Unidos redujo sus relaciones comerciales con la Unión Soviética como protesta por la invasión soviética de Afganistán y se negó a ratificar el Tratado SALT II de limitación de armas estratégicas con la URSS.

La economía

Entre 1979 y 1980 la economía estadounidense se deterioró. La inflación anual creció en más del 10% y el dólar bajó.

La “revolución conservadora”

Carter obtuvo su nominación para las elecciones de 1980, mientras que los republicanos presentaron como candidato al antiguo actor y gobernador de California Ronald Reagan que triunfó de forma abrumadora, aprovechando el desprestigio popular del presidente Carter por la crisis de los rehenes y la mala situación económica. Los republicanos se hicieron con el control del Senado por vez primera desde hacia treinta años.

La administración Reagan

El programa de Reagan establecía la reducción de impuestos, del gasto público y el reforzamiento de la defensa nacional. El presidente sufrió un atentado en marzo de 1981, lo que no impidió llevar a cabo su programa y le permitió aumentar su popularidad. Durante los siguientes meses el Congreso promulgó la rebaja de impuestos más grande de la historia de Estados Unidos, redujo el gasto al recortar partidas presupuestarias para gastos sociales y ayudas a los estados y autoridades locales, y aumentó el presupuesto de Defensa. Sin embargo, durante los años 1981 y 1982 se produjo una notable recesión económica.

En política internacional, Reagan y su secretario de Estado Alexander Haig se alejaron de la política de distensión con la Unión Soviética y pusieron de manifiesto una política de dureza; la isla de Granada fue invadida en octubre de 1983. En América Central Reagan respaldó a las fuerzas gubernamentales de El Salvador, pero apoyó la actividad guerrillera contra el gobierno sandinista en Nicaragua. Las relaciones con la Unión Soviética empeoraron en 1983 y Reagan anunció la Iniciativa de Defensa Estratégica, más conocida como la ‘guerra de las galaxias’.

Justo antes de las elecciones de 1984, los soviéticos habían expuesto su deseo de abrir nuevas conversaciones sobre control de armamento y se celebraron dos encuentros al máximo nivel entre Reagan y el dirigente soviético Mijaíl Gorbachov. El programa espacial sufrió un grave retroceso cuando la lanzadera espacial Challenger explotó nada más despegar el 28 de enero de 1986; sus siete tripulantes murieron. En abril Estados Unidos llevó a cabo un bombardeo aéreo sobre Libia en represalia por ataques terroristas contra ciudadanos estadounidenses.

El mandato de Reagan se debilitó aún más en 1987 debido al aumento del déficit público y comercial y a la investigación, realizada por el Congreso, sobre la venta gubernamental de armas a Irán para financiar a la contra nicaragüense. El 19 de octubre de 1987 la Bolsa sufrió su peor día en toda su historia, al bajar el índice Dow-Jones un 22,6%. En diciembre Reagan y Gorbachov firmaron un tratado para eliminar los misiles de alcance medio.

El mandato de Bush

George Bush, antiguo vicepresidente con Reagan, fue el candidato republicano en las elecciones presidenciales de 1988. Al tomar posesión del cargo, los principales retos a los que tuvo que hacer frente eran el déficit presupuestario y comercial y la ofensiva diplomática soviética en Europa. En diciembre de 1989 Estados Unidos invadió Panamá para derrocar el régimen del general Manuel Antonio Noriega, acusado en Estados Unidos de tráfico de drogas. Bush y Gorbachov acordaron acabar con la producción de armas químicas y reducir los arsenales de este tipo de armamento.

Más de 500.000 soldados estadounidenses sirvieron con los aliados durante la guerra del Golfo Pérsico en 1991. En abril de ese año las tropas estadounidenses intervinieron en el norte de Irak para proteger a los refugiados kurdos de las represalias del gobierno iraquí. La diplomacia estadounidense se centró en un esfuerzo junto a la Unión Soviética para alcanzar la paz en Oriente Próximo. Tras la desintegración de la URSS y de la República de Yugoslavia entre 1991 y 1992, Estados Unidos reconoció a casi todos los nuevos estados surgidos. En abril de 1992 estalló en Los Angeles una de las peores revueltas raciales de la historia de Estados Unidos tras la absolución de cuatros policías blancos que habían apaleado a un sospecho negro, Rodney King, trece meses antes. Cincuenta y ocho personas murieron en los disturbios.

Presidencia de Bill Clinton

El gobernador de Arkansas Bill Clinton fue el candidato demócrata en las elecciones de 1992, convirtiéndose en el primer presidente demócrata desde 1976. Los demócratas conservaron su mayoría en ambas cámaras. Bush, ejerciendo la presidencia en funciones, envió 20.000 soldados estadounidenses a Somalia bajo los auspicios de la ONU para mantener la paz y ayudar al reparto de la ayuda humanitaria. Esta acción recibió el apoyo del presidente electo Clinton, lo mismo que la firma en enero de 1993 del Tratado START II sobre desarme nuclear entre Bush y el presidente ruso Borís Yeltsin.

Durante los primeros meses de su mandato, presentó muchas iniciativas reformistas en política interior, eliminó las trabas legales para el aborto e intentó poner fin a la prohibición del ingreso de los homosexuales en el Ejército, pero su plan fue modificado tras encontrar una fuerte oposición en el Congreso y en el Pentágono. Encargó a su mujer, Hillary Rodham Clinton, que llevara a efecto un amplio programa de reforma sanitaria que fracasó por falta de apoyos políticos.

Clinton logró que el Congreso ratificara el Tratado Norteamericano de Libre Comercio (NAFTA) que establecía un plan para recortar los aranceles y la eliminación de otras barreras aduaneras entre Estados Unidos, México y Canadá durante quince años. El 1 de enero de 1994 entró en vigor.

En política internacional, Clinton ha sido criticado por su indecisión, especialmente en el caso del gobierno militar haitiano y de la guerra civil en Bosnia. En el primero de los casos, sin embargo, accedió a que las tropas estadounidenses restauraran en el poder al derrocado presidente Jean-Bertrand Aristide. En Bosnia, después de amenazar con intervenir de forma directa, apoyó la actuación de la OTAN bombardeando las posiciones serbias y facilitó un acuerdo de paz entre las partes que se firmó el 21 de noviembre de 1995 en Dayton. Clinton continuó el apoyo a Yeltsin en Rusia. También tuvo éxito inicialmente en favorecer el diálogo en Oriente Próximo: presidió la firma de un histórico acuerdo de paz entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) representados por el primer ministro israelí, Isaac Rabin, y el líder de la OLP, Yasir Arafat. A principios de 1994 levantó el embargo económico a Vietnam, país con el que se reanudaron las relaciones diplomáticas en julio de 1995, y apoyó la renovación del estatus de nación más favorecida en las relaciones comerciales de la República Popular China, a pesar de la controversia sobre la violación de los derechos humanos en ese país.

El gobierno Clinton tiene que hacer frente a las críticas por el llamado escándalo Whitewater, polémica que cuestiona el papel de Clinton y su mujer en la quiebra de una empresa inmobiliaria en Arkansas. También es de destacar el auge experimentado por grupos paramilitares de extrema derecha que han llevado a cabo atentados indiscriminados (en abril de 1995 una bomba en unos edificios de la ciudad de Oklahoma provocó casi 200 muertos) y de grupos racistas.

En el ámbito económico se ha logrado disminuir el desempleo, ha aumentado la producción nacional y la Bolsa de Nueva York mantuvo máximos históricos desde finales de 1995 hasta mediados de 1996, año electoral en el que Clinton fue reelegido. Los resultados de las elecciones, celebradas en noviembre de 1996, pusieron de manifiesto el apoyo popular a Bill Clinton, quien superó ampliamente en las urnas a su oponente republicano, Robert Dole.

Desde finales de enero de 1998, el segundo mandato de Clinton comenzó a correr serio peligro ante las continuas acusaciones de perjurio con relación a su comportamiento extramatrimonial, en especial con la ex becaria de la Casa Blanca, Monica Lewinsky. En agosto de ese año ordenó el bombardeo de supuestas instalaciones terroristas islámicas en Afganistán y Sudán, en respuesta a los atentados que habían sufrido las embajadas estadounidenses en Nairobi (Kenia) y Dar es-Salaam (Tanzania). El fiscal especial Kenneth Starr (encargado de investigar la presunta actitud delictiva de Clinton) presentó en septiembre al Congreso un informe sobre sus pesquisas en el cual se incluían 11 cargos que podrían llevar a la destitución constitucional del presidente. El 8 de octubre siguiente, el pleno de la Cámara de Representantes aprobó la apertura de la instrucción del proceso de destitución (impeachment) de Clinton. Entre el 16 y el 19 de diciembre, el Ejército estadounidense (aliado con el británico) llevó a cabo el bombardeo de Bagdad y otras ciudades iraquíes, como represalia al comportamiento de Saddam Husayn con los observadores de la ONU. Ese último día, la Cámara de Representantes le designó encausado por perjurio y obstrucción de la justicia, con lo que el juicio consiguiente sobre el impeachment se celebró en el Senado a partir del 7 de enero de 1999. Clinton pasó por tanto a ser el segundo presidente estadounidense sometido a impeachment, después de que Andrew Johnson hubiera de enfrentarse a otro en 1868. El 12 de febrero siguiente, el Senado le absolvió de las dos acusaciones.

En abril de 1998, la labor mediadora de Clinton fue decisiva en la firma del histórico Acuerdo de Stormont para Irlanda del Norte. De otro lado, las elecciones que tuvieron lugar el 4 de noviembre de ese año se convirtieron en una especie de referéndum sobre la actitud de Clinton, que no obstante fue saldado con un virtual triunfo de éste, toda vez que su partido mantuvo su representación en el Senado, amplió la de la Cámara de Representantes (aunque sin llegar a la mayoría en ninguno de los dos casos) y recuperó el poder en cuatro estados. Desde principios de 1999, su gobierno autorizó la exportación a Cuba de alimentos y productos agrícolas, y liberalizó los viajes de ciudadanos estadounidenses a la isla.

Entre el 24 de marzo y el 10 de junio de 1999, tropas estadounidenses participaron en el bombardeo sobre la República Federal de Yugoslavia decretado por la OTAN con el fin de lograr que el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic aceptara la mediación internacional en la llamada crisis de Kosovo.

En una decisión de extraordinaria gravedad y sin precedentes, el Senado de Estados Unidos rechazó el 14 de octubre de 1999 ratificar el Tratado Global de Prohibición de Pruebas Nucleares, que había sido firmado en 1996 por el propio presidente Clinton (tras su aprobación por parte de la ONU). La ratificación del tratado no consiguió el apoyo de los dos tercios de los 100 senadores, el mínimo requerido por la Constitución estadounidense para este tipo de grandes acuerdos internacionales. Fue la más feroz bofetada en materia de política exterior dada por el legislativo norteamericano a Clinton en sus años de presidencia.

En diciembre de 1999, la presidenta panameña, Mireya Moscoso, recibió el traspaso estadounidense del canal de Panamá, según lo previsto en los acuerdos firmados en 1977 por el entonces presidente Carter. En mayo de 2000 la Cámara de Representantes aprobó el estatuto permanente de relaciones comerciales con China, uno de los principales legados de Clinton en política exterior. Durante ese mismo año Clinton apoyó la puesta en marcha del Plan Colombia (acordado con el presidente colombiano, Andrés Pastrana), multiplicó sus mediaciones en el conflicto de Oriente Próximo y realizó un histórico viaje a Vietnam (la primera visita de un presidente estadounidense a dicho país desde la guerra que enfrentara a ambos estados).

Presidencia de George W. Bush

Iniciada la carrera electoral a la presidencia, el vicepresidente de Clinton, Al Gore, se convirtió virtualmente en el candidato demócrata en marzo de 2000, al tiempo que el candidato republicano, George W. Bush (hijo del ex presidente), obtenía prácticamente la representación de su partido. El 7 de noviembre de 2000 se celebraron elecciones legislativas y presidenciales. El resultado de estas últimas se retrasó notablemente debido al complejo proceso al que derivó el escrutinio de los votos de Florida. Finalmente, el 12 de diciembre, tras haber sido necesaria la intervención de las más altas instancias judiciales (estatales y federales), el Tribunal Supremo decidió suspender el recuento manual de las papeletas del citado estado. El candidato demócrata reconoció un día después su derrota (aunque recibió más votos, el 48,3%, frente al 48,1% de su rival) y el 18 de diciembre de 2000 Bush se convirtió en presidente electo tras ser designado como tal por el Colegio Electoral (para el que, en cambio, había logrado 271 compromisarios, por 267 de Gore). El 20 de enero de 2001 George W. Bush tomó posesión del cargo y sucedió a Clinton en la Casa Blanca. Por lo que respecta a las legislativas, de los 435 escaños de la Cámara de Representantes, 221 fueron para los republicanos, 212 para los demócratas y 2 para candidatos independientes; la nueva composición de la cámara alta, 50 senadores demócratas y otros tantos republicanos, fue un fiel reflejo de la igualdad que arrojaron dichas elecciones.

El 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos vivió una de las situaciones de mayor gravedad desde la II Guerra Mundial. Aquel día, dos aviones comerciales, previamente secuestrados por terroristas, alteraron su rumbo para provocar su colisión, en sendos actos suicidas, contra las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York. Poco tiempo después de producirse los impactos, ambos edificios se derrumbaron, lo que motivó un elevadísimo número de víctimas. De forma simultánea, en una acción idéntica, otro aparato se estrellaba contra el Pentágono. Tras estos hechos, Bush, respaldado por el Congreso, anunció el irrenunciable compromiso que su gestión adquiría desde ese momento para luchar contra el terrorismo a escala mundial. Sus pasos se encaminaron a la gestación de una gran coalición internacional que respaldara tal voluntad y legitimara acciones bélicas en cualquier espacio geográfico. Éstas se prepararon en torno a la denominada Operación Libertad Duradera, y su primer objetivo era que el régimen talibán afgano entregara al saudí Osama bin Laden, líder de la organización terrorista Al-Qaeda contra el que existían pruebas que le incriminaban como responsable de los atentados y que estaba refugiado en aquel país. El 7 de octubre de 2001, una vez consolidada la antedicha coalición internacional, realizado el necesario despliegue militar, y agotado sin éxito el plazo concedido a Kabul para entregar a Bin Laden, fuerzas estadounidenses y británicas iniciaron la ofensiva militar en Afganistán. Dos meses después, el régimen talibán sucumbió.

En este contexto, Bush anunció el 13 de diciembre de 2001 el abandono por parte de Estados Unidos del Tratado de Misiles Antibalísticos, firmado en 1972 con la Unión Soviética (véase Conversaciones para la Limitación de Armas Estratégicas, SALT). Tal hecho estaba en íntima relación con la aplicación de su nuevo programa de defensa nacional, basada en el desarrollo de un escudo antimisiles.

Tras las elecciones legislativas del 5 de noviembre de 2002, la Cámara de Representantes y el Senado quedaron dominados por el Partido Republicano. Los analistas consideraron que estos resultados eran muy significativos, en tanto que implicaban el apoyo de la ciudadanía a la política de Bush, la cual veía garantizada, además, el respaldo de ambas cámaras en el futuro.

En 2002, la administración Bush incluyó a Irak entre los objetivos de su guerra contra el terrorismo, afirmando que el régimen iraquí de Saddam Husayn podía estar apoyando a organizaciones de este tipo y que todavía disponía de un importante arsenal de armas de destrucción masiva (que le habían sido prohibidas en virtud de la resolución 687 de la ONU, emitida en 1991). Estados Unidos presionó a la ONU para que obligara a Irak a permitir que los inspectores de esta última reanudaran sus actividades (en 1998, tras anunciar Irak que no prolongaría su colaboración, habían abandonado el país). En octubre de 2002, el Congreso estadounidense autorizó al presidente a utilizar la fuerza si Irak seguía sin colaborar con la ONU. Al mes siguiente, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó una nueva resolución (la 1.441) que disponía el inmediato retorno a Irak de su equipo de inspectores y advertía de las “graves consecuencias” que implicaría la no-verificación del desarme. Irak accedió a cumplirla y los inspectores reiniciaron su actividad. A comienzos de 2003, Estados Unidos y Reino Unido denunciaron que Irak no estaba cooperando de forma satisfactoria y solicitaron a la ONU que autorizara el uso de la fuerza. Diversos países, entre ellos Francia, Alemania, Rusia y China, se opusieron con firmeza a una posible acción militar y se mostraron partidarios de prolongar las inspecciones. Tras varias semanas de tensas negociaciones y disputas diplomáticas, Estados Unidos decidió prescindir de la aprobación de la ONU y optó por iniciar una ofensiva militar junto a otros países que defendían esta opción. Así, en marzo de 2003, una coalición de fuerzas dirigida por Estados Unidos comenzó la invasión de Irak. Mediado el mes siguiente, Bagdad había caído y el régimen de Husayn se había desmoronado. Husayn permaneció oculto hasta diciembre de 2003, cuando fue capturado; en cambio, la coalición no pudo demostrar la existencia de armas de destrucción masiva en territorio iraquí.

En las elecciones presidenciales del 2 de noviembre de 2004, Bush se adjudicó la victoria en 31 estados y se garantizó 286 votos en el Colegio Electoral, lo que le permitiría ser reelegido. Recabó el 51% de los sufragios y se convirtió en el candidato con mayor número de votos populares en la historia de Estados Unidos. Por su parte, el aspirante demócrata, John Kerry, ganó en 19 estados y en el Distrito de Columbia y obtendría 252 votos electorales. En los comicios legislativos que tuvieron lugar ese mismo día, para la renovación total de la Cámara de Representantes y parcial del Senado, la victoria fue igualmente para el Partido Republicano, que se aseguró la mayoría absoluta en ambas cámaras. El 20 de enero de 2005, Bush juró de nuevo el cargo de presidente e inició su segundo mandato como tal.

En agosto de 2005, Estados Unidos vivió una de las mayores catástrofes naturales de su historia como consecuencia del paso del huracán Katrina por el territorio del país situado en la costa del golfo de México. Sus devastadores efectos se dejaron sentir, especialmente, en los estados de Alabama, Mississippi y Luisiana.

Fuente: "Estados Unidos de América". Enciclopedia Microsoft® Encarta® Online 2005

 

 

 

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